Servicio Completo: la secreta vida sexual de las estrellas de Hollywood by Scotty Bowers

Servicio Completo: la secreta vida sexual de las estrellas de Hollywood by Scotty Bowers

autor:Scotty Bowers [Bowers, Scotty]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Memorias
editor: ePubLibre
publicado: 2014-02-27T16:00:00+00:00


16. UN PASO ADELANTE

Muchos de los gays que me habían pedido que les concertase ligues durante los días de la gasolinera estaban amargamente decepcionados por mi decisión de irme. Aunque yo seguía estando disponible para montarles líos, muchos preferían el sistema que teníamos en la estación de servicio. Les gustaba poder entrar, apalabrar un lío y desaparecer silenciosamente en la noche con el joven elegido. Ahora tendrían que recurrir a mí llamándome por teléfono y, en ocasiones, dejándole a Betty su nombre y su número. A algunos esto les coartaba la espontaneidad y el carácter secreto de sus flirts sexuales. Pero todavía había muchos lugares en la ciudad donde ligarse a un hombre.

El propio Hollywood Boulevard estaba lleno de bares gays por entonces. Algunos de los más conocidos eran el Slim Gordon, el Bradley y la Jade Room. Antes de eso también estaba el famoso Streets of Paris, situado por debajo del nivel de la calle, en un sótano cerca de Cherokee Avenue. En los servicios, una pared de mingitorios estaba reservada para glory holes o «agujeros gloriosos». ¿Qué era un agujero glorioso? Bueno, es sobradamente conocido que a los hombres les encanta la felación. A todos los hombres. Y en el mundo gay podría decirse que es la forma más común de desahogo sexual. Muchos gays obtienen un placer adicional cuando les chupa la polla un total desconocido. Y para eso es el agujero glorioso. El pene se introduce en un agujero en la pared y alguien completamente extraño lo mama al otro lado. Sin nombres, sin caras, sin identidades. Solo el puro placer erótico. El bar Streets of Paris tenía una hilera de seis o siete orificios. Cada uno estaba separado del otro por un tabique a la altura de la cintura, por meros motivos de privacidad. Pero a un montón de gays les pone poder ver al tío de al lado con las ingles pegadas contra la pared, retorciéndose de gusto hasta llegar a la eyaculación. Entonces el tipo sacaba la minga del agujero, se subía los pantalones y volvía al bar. La persona que le había satisfecho el deseo era una perfecta incógnita. Durante las décadas de los cincuenta y sesenta atendí el bar en las fiestas privadas de muchos maricas que tenían agujeros en sus casas.

En muchos casos estaban en rincones elegantes, palaciegos, revestidos de mármol, junto a la zona de la piscina o en una habitación contigua al cuarto de baño de invitados o al dormitorio.

Los bares gays de Hollywood Boulevard eran baratísimos en los años cincuenta. Solo entre Highland Avenue y Vine Street, una distancia de seis o siete manzanas, había por lo menos diez bares, todos ellos muy concurridos.

John Walsh era un cantante que actuaba tanto en bares gays y heterosexuales como en clubs nocturnos de categoría. Yo le había procurado ligues periódicamente durante años y nos habíamos hecho buenos amigos. Dirigía dos clubs extremadamente prósperos. El Café Gala, en Sunset Strip, era propiedad de una viuda acaudalada, inglesa de nacimiento, la baronesa Catherine d’Erlanger.



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