Secretos de una asesina by Martina Cole

Secretos de una asesina by Martina Cole

autor:Martina Cole [Cole, Martina]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 1999-01-01T05:00:00+00:00


Capítulo 18

Roselle echó una mirada al club. Satisfecha de lo bien que funcionaba todo, decidió subir a hablar con Iván. Una conversación aplazada desde hacía tiempo. Al salir del vestíbulo vio a Barry riendo con una de las nuevas camareras, una chica delgada del norte con ojos de almendra y piel cetrina. No había duda de que en algún momento su estirpe familiar había recibido una pincelada de brea. Roselle se quedó observándolos y vio que Barry le pasaba un brazo por el hombro a la chica y la estrechaba contra él.

Era el acto de un hombre que conocía íntimamente a la mujer que tenía delante y Roselle sintió la rabia que solo una mujer traicionada siente. En especial porque se suponía que la chica acababa de pasar una gripe y había estado una semana sin trabajar para recuperarse.

Roselle se preguntó qué forma habría tomado esa recuperación. Barry y ella parecían muy próximos.

La chica se llamaba Marianne. Las camareras casi nunca tenían apellido, y los nombres que daban solían ser inventados. Una de las chicas se había puesto Starlight, Luz de Estrella, y otra, por razones que se explicaban por sí mismas, se había puesto Señorita Lovelace, Lazo de Amor. Pero parecía que Marianne atraía el interés de todos los hombres y Roselle se preguntaba por qué. Era bonita, cierto, de una manera como de adolescente con granos, pero nada especial. Roselle supuso que ofrecía lo más extremo y generalmente eso era una buena razón para vigilar a la chica de cerca.

El sadomaso causaba problemas en los clubs. El menú corriente era una mamada y un polvo. En cuanto una chica se apartaba de ahí, el dinero entraba más deprisa, pero también la vida parecía correr más deprisa. Roselle miró a Marianne y se preguntó si aceptaría la violencia contra ella misma. Pedía muchos días libres y Roselle pensaba que probablemente estuviera llevándose clientes fuera de sus turnos.

Para ella era un misterio que alguien pudiera dejarse pegar o maltratar por dinero. A lo largo de los años también ella había dado unos cuantos buenos azotes por dinero, en efecto, y aún tenía un par de clientes fijos a los que veía de vez en cuando, pero ser uno mismo el objeto del odio de otro le parecía cosa de idiotas.

Tenía que ser la puta quien explotase al otro, no al revés. O al menos, si usaba la cabeza. Barry vio que los miraba y se apartó de Marianne. La chica pasó junto a ella y sonrió con aires de suficiencia.

Roselle conocía muy bien el personaje, llevaba años viéndolas ir y venir. No duraría mucho porque Roselle le daría pronto la mala noticia y le diría que no era lo que el club buscaba. Eso quitaría un poco de ritmo a los andares de aquella zorra.

En la recepción estaba Catriona, una africana de huesos anchos. Sonrió con complicidad a Roselle y señaló la puerta con la cabeza. Iván se marchaba y Roselle se sintió fastidiada porque quería hablar con él. Cuando



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