Peligro de derrumbe by Pedro Simón

autor:Pedro Simón [Simón, Pedro]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Realista
editor: ePubLibre
publicado: 2015-03-03T00:00:00+00:00

CAPÍTULO 8

YOLANDA

¿Qué hace Yolanda en la cama a estas horas?

Se lo pregunta su madre para sí, que acaba de venir del trabajo a las tres y cuarto, deja las llaves en la cómoda, cuelga el abrigo, descorre las cortinas del salón, se agacha para recoger una manopla que hay en el suelo y observa que la hija sigue en su dormitorio y ni siquiera ha recogido la casa.

—Holaaaaaa.

¿Qué hace Yolanda en la cama?

Se lo dice su madre, Leonor, que entra en la cocina y observa la bandeja con los restos de la cena de la noche anterior, que escucha los mensajes del contestador automático y abre las ventanas del balcón de par en par. Para que entren la luz y el aire.

¿Qué hace Yolanda?

Se lo repite mientras se descalza y mientras avanza por el pasillo; mientras mete las pechugas de pollo al microondas y pone la ruleta del tiempo de calentamiento en dos minutos justos; mientras enciende el televisor, busca un canal cualquiera y lo deja sonando de fondo, al tuntún, un tertuliano hablando sobre la deriva soberanista de Cataluña, para no sentirse sola.

¿Qué hace?

Se lo pregunta Leonor al esposo, que en el momento en que las pechugas han comenzado a tomar temperatura, se ha puesto a marcar los nueve números del móvil de la mujer para decirle que no olvide comprar kiwis y espuma de afeitar, que sepa que ha llegado el recibo del seguro del coche y que no se olvide de que Nacho entra por Skype esta tarde a las ocho.

—¿Vale, amor?

—Vale… ¿Pero qué hace esta chica todavía en la cama, si se puede saber?

Lo que Yolanda hace en la cama se puede saber, aunque no lo podría explicar ni ella. Porque las cosas pueden explicarse cuando las reconoces, cuando las tienes racionalizadas en alguna parte del disco duro, cuando te conoces el paño nada más verlo. El dolor de muelas que te sabes de memoria, el sedante lisérgico de los estados febriles, el cansancio que te tumba en el colchón después de una noche en pie, la resaca mañanera de la que midió mal de madrugada.

Yolanda no podría explicar por qué sigue encamada a las tres y cuarto de la tarde de un miércoles de febrero, teniendo tantas cosas que hacer, las mismas cosas que hacer desde hace demasiados meses: recoger la casa, hacer ejercicio, ducharse, desayunar, navegar un rato por InfoJobs, escribir entrecomillado en Google «ofertas de empleo» y «arquitectura», ir a una empresa en concreto a llevar un currículum en mano, ver que no lo miran y que lo amontonan; regresar en el 131 leyendo en el eBook, comer con la madre, quedar con las amigas en Parquesur o en Chueca, quejarse juntas tomando algo que en el fondo te han pagado los padres; envidiar sanamente a Cuca, que es la única del grupo que ha logrado un trabajo digno, hablar de que hay una nueva beca que está bien porque pagan cuatrocientos euros al mes; volver a casa y cenar los tres en

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