Nuestra isla by Carmen Arteaga

Nuestra isla by Carmen Arteaga

autor:Carmen Arteaga [Arteaga, Carmen]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2021-12-14T00:00:00+00:00


20

Diez letras

Pido la cuenta al camarero porque Hans no tiene ninguna intención de levantar ni la vista ni la mano del móvil. Aunque a él nadie le vaya a mirar mal por pasarse tres cuartos de hora desayunando, es probable que a mí sí. No me apetece ser la comidilla de la agencia. Me llevo muy bien con la mayoría de mis compañeros, pero Gossip Girl me tiene enfilada. Siente una especie de devoción mariana por Hans y sospecho que piensa que yo le he usurpado el puesto de mejor amiga en horario laboral. Siempre cuchichea cuando estoy cerca, y cuando no, me vigila de lejos con una sonrisilla maligna, como si en su cabeza estuviera orquestando un plan maestro contra mí.

—Hans, tenemos que volver ya —⁠le pido por cuarta o quinta vez, ya ni sé. Está perdido en su mundo, pero el de verdad nos reclama.

—Agg, que le zurzan al trabajo, hay cosas mucho más importantes en la vida.

—¿A ti qué te pasa hoy?

—Nada… Solo estoy pensando en voz alta. —⁠Deja el teléfono en la mesa, se apoya todo mustio en el respaldo de la silla y suspira tan fuerte que resulta exagerado hasta para ser él.

—Algo te pasa, estás rarísimo. Hemos venido a una cafetería que está en el quinto pino porque no te apetecía ir a la de siempre, el camarero es monísimo y no has dicho una palabra al respecto, y te has saltado el ayuno intermitente con un pincho de tortilla y un pepito de crema.

—Tenía un bajón de azúcar y admitamos ya que nunca voy a tener una talla de showroom. Qué más da…

—Dime qué te pasa —insisto, aunque arrastro las palabras con pereza.

—No, no quiero decírtelo. —⁠Hace un mohín y agacha la cabeza como un niño que acaba de hacer una trastada pero no se atreve a reconocerlo.

Echo un vistazo a mi reloj y pongo los ojos en blanco. Podemos estar así hasta la hora de cenar, así que me levanto de la silla.

—Vale, pues vamos a hacer una cosa, cuando te apetezca contármelo, aquí estoy. Hasta entonces tengo muchísimo trabajo que hacer.

No es que no me preocupe por Hans, pero ya voy conociendo sus crisis. La última fue perder a Bruno, su peluquero, porque se mudaba a Barcelona y no sabía cómo iba a poder sobrevivir sin su sentido estético.

—Aura, siéntate y olvida el trabajo de una vez.

—Es que de verdad que tengo mucho que hacer.

—Aura, te digo que te olvides —⁠repite irritado.

—¿Por qué?

—¡Pues porque no hay ningún trabajo! ¡Porque le van a dar tu puesto a otra! —⁠profiere con un gritito ahogado y se tapa el rostro con las dos manos.

El camarero llega a nuestra mesa y al ver la escena de tragicomedia se le borra la sonrisa en el acto. Nos deja la cuenta sin mediar palabra y se va pitando.

—¿Qué has dicho? —pregunto, aunque lo he escuchado perfectamente, y me vuelvo a sentar.

Hans coge mis manos, que de repente se han quedado frías. Me las aprieta tanto que me cruje un dedo, aunque estoy lejos de sentirlo.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.