Ardientemente irresistible by Ángeles Valero

Ardientemente irresistible by Ángeles Valero

autor:Ángeles Valero [Valero, Ángeles]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico, Erótico
editor: ePubLibre
publicado: 2023-04-01T00:00:00+00:00


* * *

Llegué al parque y los compañeros me recibieron entre vítores y aplausos. Manuel me puso al día sobre los últimos acontecimientos mientras íbamos hacia el gimnasio.

Pasamos el día de forma tranquila entre cursos y ejercicios. Era última hora de la tarde, cuando sonó mi teléfono. Sonreí como bobo al ver que se trataba de Adriana. Me levanté de la mesa donde estábamos y fui a un lugar más privado, no tenía ganas de que empezaran las bromas.

—Hola —respondí casi en un susurro.

—Hola, ¿te pillo en buen momento?

—Sí, tranquila, estábamos descansando.

—¿Puedes salir a la puerta?

Miré por la ventana que tenía cerca y la vi allí de pie. Solo había bajado más rápido las escaleras cuando las alarmas estaban sonando. Abrí y ella se lanzó a mis brazos para besarme.

—Hola —repitió entre besos.

—Me gusta esta sorpresa. No te esperaba.

—Es tu primer día y quería verte para desearte suerte y que todo esté bien. Además, no te he podido dar un beso antes y esta noche no podremos hablar. Va a ser muy raro.

—Puedo mensajearte un rato. Hablar no, que estos me escuchan y luego todo son risas, ya tengo suficiente con mi hermano.

—¿Óscar?

—Víctor, siempre es Víctor.

—¿Qué le pasa?

—Nada, que es muy guasón. ¿Qué llevas ahí?

Levantó la mano para enseñarme una bolsa de tela.

—Tu cena. Pastel de verduras y tiramisú.

La abracé levantándola del suelo y ella dio un pequeño grito.

—Muchísimas gracias, eres la mejor. Nadie se había preocupado por mí de ese modo.

—No es nada. Estaba en La llar haciendo pruebas y preparando la nuestra. Solo he tenido que hacer un poco más. Espero que te guste.

—Te has acordado de mí, eso ya es mucho. —⁠La besé⁠—. Seguro que está deliciosa.

Sus ojos se fueron a mi espalda y por un momento imaginé a mis compañeros detrás de mí, las bromas nocturnas iban a ser míticas. Sin embargo, cuando me giré no había nadie.

—¿Qué ocurre?

—Creía que los parques ya no tenían barras para deslizarse.

Leyéndole el pensamiento pregunté:

—¿La quieres probar?

—¿¡Puedo!?

—Sí, pero no se lo digas a Jolie o tendremos un problema. Ven, sube por esas escaleras y deslízate, te espero abajo.

La vi correr hacia arriba y bajar conteniendo un grito. Cuando llegó la cogí entre mis brazos y la besé con todas mis ganas.

Como solía pasarnos me vine arriba y ese beso nos llevó a otro. Sin darme cuenta estaba acorralada en uno de los rincones y mis manos ya buscaban el final de la camiseta para acariciarla.

—Pablo —dijo entre jadeos.

Mordí su cuello pasando mi lengua por él.

—Solo quiero acariciar tu cálida piel. Necesito…

No terminé la frase, hundí mi nariz en el hueco de su pelo y aspiré su aroma. Ella me abrazó ocultándome más y besando mi sien.

Con voz de fastidio dijo:

—Tengo que volver a casa. He despistado a mi futura periodista con la promesa del tiramisú, pero no creo que su padre aguante mucho más.

—¿Te ha hecho muchas preguntas?

—Sobre ti, no. Ahora, sobre los bomberos, quinientas.

—Dile que otro día me las haga a mí, yo le contesto todas las que quiera.

—Lo dices en serio, ¿verdad?

Vi la duda en sus ojos.



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