Todo es fuego by Eleanor Rigby

Todo es fuego by Eleanor Rigby

autor:Eleanor Rigby [Rigby, Eleanor]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2022-07-07T00:00:00+00:00


Capítulo 16

El misterioso encanto tinerfeño

Dácil

—No me lo puedo creer.

Así es como Maday interrumpe la conversación que estamos manteniendo con nuestras respectivas copas en la mano. Yo bailando al ritmo del remix que el DJ acaba de poner, y ella intentando que no se note lo incómoda que está por la falda de su disfraz, que apenas es un cinturón de cuero. Le he repetido hasta la saciedad que está hecha un pibón, como lo ha sido toda la vida, y que se lo crea un poco más. Incluso la he felicitado, porque lo más provocador que se ha puesto jamás en los carnavales de Tenerife es un pintalabios rojo que combinaba con su disfraz de payaso. Nunca le ha gustado lucir palmito, pero le he insistido en que es necesario para que mi hermano reaccione.

Al final, dos tetas tiran más que dos carretas, ¿no?

Es verdad que hubo una reacción de su parte cuando un guiri borracho le echó las manos a la cintura para ligar con ella. Y vamos que si reaccionó. Hasta tal punto que le costó una bronca del mismísimo director de crucero y casi el despido, pero como es quien es —⁠familiar de Jaime Oramas⁠— acabaron dándole una palmadita en el hombro y mandándolo al rincón de pensar.

El nepotismo no está nada mal cuando es uno el que se beneficia de él.

Tambaleándome por culpa del alcohol —⁠número de copas que he pagado: cero, y todo gracias a mi increíble disfraz⁠—, me giro en la dirección en que Maday lleva un rato mirando con aprensión y por poco me doblo de la risa.

Mi hermano lleva una chupa de cuero sin nada debajo y se ha plantado como complementos una gargantilla grunge y un collar de metal con un candado de plata falsa. No sé quién le habrá ahumado los ojos ni le habrá dibujado la línea de kohl en el lagrimal, pero está guapísimo, y le ha dado el toque al disfraz peinándose el pelo hacia arriba como un verdadero punk.

—Agüita —me descojono—. Cuando te vea de Nana va a flipar.

—¡En un mal sentido! —Maday suspira, examinando su disfraz⁠—. ¿Cómo iba yo a saber que se iba a vestir de Ren Honjō? Ni siquiera es su manga favorito. ¿Cómo se atreve, además? Si fui yo quien se lo enseñé. Como se haga el ofendido al verme así…

No termina la amenaza. Estamos hablando de Maday. Es verdad que está un poco más belicosa desde el episodio de la cámara frigorífica, pero los chihuahuas, por más que los azuces con un palo, siguen siendo demasiado canijos para mandarte al hospital de un mordisco.

—Tiene gracia que vayáis a juego…, sobre todo por la historia entre Nana y Ren. Se supone que debido a una tragedia, la parejita…

Maday alza la mano para callarme con un ademán indignado.

—No lo digas en voz alta. Todavía me duele el final de ese manga[35].

Como si nos hubiera escuchado, mi hermano se saca el cigarrillo sin encender de la boca y levanta la mirada hacia nosotras.

La verdad es que el disfraz le va al pelo.



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