Noches de canela y café expreso by Ángeles Valero

Noches de canela y café expreso by Ángeles Valero

autor:Ángeles Valero [Valero, Ángeles]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2022-07-14T00:00:00+00:00


Capítulo 11

Un lugar especial

Llevaba todo el día callada. No dejaba de batallar consigo misma por lo ocurrido la noche anterior con Oriol. Iba tan despistada y en su mundo que su tía le llamó la atención y, aprovechando un momento que no había nadie, le dijo:

—Cariño, ¿estás bien? Ayer llegaste temprano, pero tienes más ojeras que nunca.

—Sí, está todo bien.

La hizo ir a la cocina donde nadie podía verlas.

—¿Has discutido con Oriol?

—No. ¿Por qué todo lo que me pase tiene que ser por un chico?

—Cielo, lo siento, pero te pasas la vida aquí dentro y lo único que te he visto hacer diferente en estos meses es salir con él. Es buen chico, pero si te ha hecho algo malo…

—No ha hecho nada.

—¿No será de nuevo ese mal bicho con el que te fuiste a Alemania?

—No sé nada de él desde que salí corriendo de esa casa.

Su tía la miró intrigada. Mencía se dio cuenta en ese momento de que a su familia no le había contado casi nada de lo ocurrido. Solo sabían que ella y Toni lo habían dejado. No sabían que había pasado los últimos meses viviendo en el sofá de unos amigos. No tenían ni idea de todas las noches que lloró porque él no estaba, las veces que decidía creer todas sus excusas porque no hacerlo le resultaba más doloroso. Tampoco de la razón de la ruptura, la imagen de Toni haciéndolo con otra llegó tan clara a su mente que tuvo que cerrar los ojos y respirar profundamente para bloquearla. El mal nacido se había pasado un año engañándola con cualquiera, ni siquiera tenía un criterio. Volvió a sentir la bola de nervios en su estómago y fue corriendo al baño. Por suerte esa vez no pasó nada, solo había sido una sensación.

—¿Saliste corriendo? ¿Qué ocurrió en Berlín? ¿Qué te hizo?

—Solo ha sido una forma de hablar.

—Una forma de hablar no hace que te cambie la cara de esa manera.

—Lo de Toni está superado.

O eso quería pensar, no era la misma Mencía que se había ido de Combarro. Esa chica jamás hubiera salido corriendo la noche anterior. No dudaría de Oriol, cuando la miraba de esa manera en la que le podía leer hasta el alma.

El recuerdo de sus besos reemplazó la imagen de Toni. Cómo acariciaba sus mejillas cuando quería acercarla, la forma en que le pedía permiso para avanzar posiciones, cómo cuidaba de que todo estuviera bien y ella se sintiera segura, aceptando incluso quedarse tres horas en la cafetería los dos solos, sin nada más que hacer que besarse; sin cenar.

Rosa la observaba seria, apoyada en uno de los bancos de la cocina. Ella sonrió y la abrazó.

—Gracias por dejarme vivir contigo. Estaría perdida sin ti.

—Eso no es verdad, tus padres te adoran.

—Sí, pero me habrían vuelto a insistir con el tema de las oposiciones y de tener un trabajo estable para toda la vida. Sé que me quieren, pero papá sigue dolido con eso de que me fuera a Berlín y no me lo perdona.



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