Nudos by Nuruddin Farah

autor:Nuruddin Farah [Farah, Nuruddin]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 2006-12-31T16:00:00+00:00

Tras hacer pasar a Kiin, Cambara observa como por vez primera que sus habitaciones alojan el inevitable desorden de los viajeros, con un abanico de planes que por una razón u otra no tienen continuidad, cuando hay muchas maletas y escaso sentido para encontrar el modo y el momento oportunos para deshacerlas. Esparcidos por el suelo de ambos cuartos y sobre las camas hay libros de gran formato y parafernalia que da muestra de la profunda pasión que el huésped siente por el teatro y las máscaras, entre ellas dos miniaturas de madera. Kiin muestra un gran interés por los libros y abre un tomo ilustrado donde se dan las claves para llevar una obra a escena, antes de centrar su atención en las máscaras, que levanta y acaricia, visiblemente emocionada, y luego en un libro delgado, del tamaño de un panfleto, titulado El águila y las gallinas.

Por la expresión de su rostro, boquiabierta ante un panorama de posibilidades desconocidas, Kiin parece entusiasmada con el teatro de marionetas y todo el material de Cambara.

—Espero que me hables de todo esto… Si tienes proyectos de los que yo pueda estar al corriente y echarte una mano. Mejor dicho todas nosotras, la Red de Mujeres. ¿Por qué no montas una obra? La organización podría financiarla. ¿Qué me dices? ¿Qué tal algo sobre la paz, pensado para mujeres?

—Nada me complacería más —dice Cambara—, de contar con la oportunidad y siempre y cuando se cumplieran esos requisitos.

Kiin levanta la mano para chocarla en alto con la de Cambara.

—Estupendo —dice.

—Gracias —dice Cambara entrecortadamente. No cabe en sí de dicha: es el proyecto de sus sueños.

En el silencio que sigue, Cambara frunce el ceño y los surcos llaman la atención de Kiin a los restos de sudor fruto del agotador ejercicio físico que ha hecho hace unos minutos.

—Vamos, cuéntamelo todo —dice Kiin, con la voz cansada de quien no ha dormido la siesta—. ¿Dónde has estado? Y, dime, ¿has alcanzado tus objetivos?

Cambara contesta con sangre fría, sin que se adivine que ha ensayado estas respuestas para las preguntas que Kiin pudiera plantearle a la primera oportunidad. Le cuenta todo con la astucia comedida de un culpable a un paso del delito, sin insistir en la primacía de su inocencia.

—¿Qué te une a Jiijo? —pregunta Kiin.

Cambara siente crecer su inquietud antes de contestar.

—¿Conoces a Jiijo?

Kiin responde que no, así que Cambara no acierta a comprender adónde quiere ir a parar. Ninguna de las dos dice nada durante un rato.

—Tus escoltas han estado charlando con ella —aventura Cambara al fin. No le consta que Jiijo haya cruzado una sola palabra con ellos. Tal vez entraron sigilosamente mientras ella acompañaba al fontanero a los aseos y cuartos de baño de la planta superior—. ¿Qué les ha dicho?

Cuando la esperanza de recibir una respuesta a su pregunta se desvanece, Cambara se da cuenta de que acaso Kiin le está demostrando que también es capaz de reservarse información valiosa, tanta como ella le ha ocultado. ¿Será un desafío de los tiempos

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