Muerte Prevista by Peter James

Muerte Prevista by Peter James

autor:Peter James
La lengua: es
Format: mobi, epub
Tags: Misterio
publicado: 2010-04-10T06:46:26+00:00


Capítulo 39

–Un vodka con tónica, por favor -dijo Cleo Morey.

El camarero miró a Roy Grace.

–Tomaré una Peroni. – Luego cambió de opinión y decidió, de repente, que necesitaba un chute de alcohol más fuerte que una cerveza, a pesar de tener que conducir. Ya se preocuparía de eso más tarde-. Bueno no, que sea un Glenfiddich doble con hielo.

Estaban sentados a una mesa situada hacia el fondo del Latin, en los Lanes, un restaurante italiano cerca del paseo marítimo de Brighton. Podría haber escogido un restaurante más nuevo y moderno, como el del hotel Du Vin; uno más elegante, más imaginativo, como el Blanche House; había un montón de restaurantes a los que nunca había ido con Sandy.

Entonces, ¿por qué había escogido el preferido de él y su mujer?

No tenía clara la respuesta. Quizá porque conocía el sitio y pensó que se sentiría cómodo allí, sabría qué iba a encontrarse. ¿O era un paso más para enterrar el recuerdo de Sandy?

Reconoció algunos rostros de los viejos tiempos entre el personal, y un par de ellos parecieron recordarle -aunque no de nombre- y lo recibieron como a un amigo al que le habían perdido la pista hacía tiempo. El lugar tenía el ambiente de un sábado por la noche; a las nueve -más tarde de lo que Grace había planeado- todas las mesas estaban ocupadas.

La reunión de las seis y media se había alargado más de lo previsto y había tenido que quedarse un poco más, para realizar los seguimientos, aunque en realidad sólo se había producido un avance durante el día.

Bella había localizado al anterior novio de Janie Stretton, Justin Remington, y había descubierto que acababa de llegar aquella mañana de su luna de miel en Tailandia. Había ido a verle, y ahora opinaba, respaldada por los sellos de los visados en el pasaporte, que podían tacharle de la lista de sospechosos.

El rastreo del detective Nicholl por bares, pubs y discotecas de la zona de Brighton y Hove con una fotografía de Janie Stretton no había aportado nada, de momento. Parecía que Jon Rye, de la Unidad de Delitos Tecnológicos, era quien había dado con la primera prueba de verdad.

El examen que había realizado el sargento Rye del ordenador del testigo que había declarado ante Branson aquella mañana reveló que aquel hombre -al parecer sin saberlo- había seguido una ruta de Internet compleja hasta un servidor de Albania. Se trataba de la misma ruta, de las mismas direcciones IP y de los mismos protocolos hallados en el ordenador incautado a un sospechoso en una importante investigación sobre una red de pornografía infantil que el sargento Rye había examinado hacía poco. Su propietario, Reginald D'Eath, ya figuraba en la lista de los delincuentes sexuales y había sido condenado anteriormente por agresiones sexuales con violencia, así como por tráfico de pornografía infantil.

D'Eath, que ahora era un testigo clave de la acusación en un caso de pornografía infantil que estaba preparándose contra una organización rusa que operaba en el Reino Unido, se hallaba



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