Monarcas by Danielle Paige

Monarcas by Danielle Paige

autor:Danielle Paige
La lengua: spa
Format: epub
editor: Cross Books
publicado: 2022-10-21T00:00:00+00:00


Vivi

Casi ninguna de las Kappa durmió esa noche. La mayoría se mantuvo despierta, buscando en el grimorio indicios de por qué las cosas salieron tan mal durante el saturnal. Reagan insistía en que era culpa de Scarlett por haber involucrado al grupo en un hechizo que no estaba probado. Etta la defendía, pero con recelo. Bailey estaba muy frustrada porque ninguna quería poner a prueba un contrahechizo sobre el que había leído (quizá porque había sido descubierto en el bolsillo de un cadáver) y, cuando Mei intentó que sus hermanas dejaran de pelearse entre sí, provocó que terminaran gritándose con más fuerza. Finalmente, Scarlett guardó silencio. Parecía como si le hubieran succionado la vitalidad.

Por ahí de las dos de la mañana, Vivi subió a su cuarto tambaleándose para intentar dormir. El sueño iba y venía. En el sopor confuso entre el sueño y la vigilia, se dio permiso de creer que todo había sido un terrible sueño y que las cosas volverían a la normalidad a la mañana siguiente. Sin embargo, cuando bajó las escaleras poco después del amanecer, descubrió que Mei y Jess seguían sentadas en la cocina, en el mismo lugar donde las había dejado horas antes.

—¿Algún cambio? —preguntó Vivi con voz rasposa. En los últimos meses, sus poderes mágicos se habían vuelto parte de ella. Eran algo tan natural y esencial como el aire que entraba a sus pulmones. Sin ellos, se sentía vacía y exhausta, como si le hubieran extraído muchísima sangre y solo le hubieran dejado lo mínimo indispensable para sobrevivir. Pero no más. Reagan había pasado la noche entera en el baño, aquejada por los cólicos y las náuseas.

—Al parecer no —contestó Mei sombríamente. Sin la magia de los encantamientos ni la energía para maquillarse, Mei se veía pálida, cansada y muy vulnerable—. ¿Tú?

—No. —Vivi negó con la cabeza, con los ojos entrecerrados por el agotamiento. Lo primero que hizo al despertar fue tratar de conjurar un hechizo de levitación sencillo, uno de los primeros que había aprendido, pero no había logrado levantar el celular de la mesa de noche.

Con cada minuto que pasaba, el pánico le iba calando los huesos. ¿Qué pasaría si nunca recuperaban su magia? Apenas había empezado a agarrarle el modo al grimorio y a explorar las profundidades de su poder. ¿Cómo lograría que las cosas volvieran a ser como eran? ¿Cuál de ellas podía hacer algo al respecto?

Sirvió dos tazas de café y arrastró los pies hasta la sala, donde algunas de las chicas se habían quedado dormidas. Quizá estaban demasiado alteradas, angustiadas o cansadas como para volver a sus habitaciones después de la reunión de emergencia de la noche anterior. Tal vez Vivi estaba exagerando, pero hasta las plantas se veían marchitas, como si también a ellas les hubieran arrebatado la vida. Las ventanas se veían más polvosas que antes, y, cuando Vivi se sentó en el sofá, se dio cuenta de que tenía las plantas de los pies ennegrecidas por el polvo. Los encantamientos que mantenían la casa limpia se estaban desvaneciendo también.



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