Miles vorkosigan 13 by Lois McMaster Bujold

Miles vorkosigan 13 by Lois McMaster Bujold

autor:Lois McMaster Bujold [Bujold, Lois McMaster]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: SF
publicado: 2011-06-03T05:00:00+00:00


11

Kareen se apoyó en la barandilla del porche de la casa del lord Auditor Vorthys y contempló preocupada las cortinas echadas tras los cristales de la gran puerta principal.

¯Tal vez no hay nadie en casa.

¯Ya te dije que tendríamos que haber llamado antes de venir ¯le reprochó Martya. Pero entonces oyeron un rápido rumor de pasos dentro (sin duda no de la profesora) y la puerta se abrió de golpe.

¯Oh, hola, Kareen ¯dijo Nikki¯. Hola, Martya.

¯Hola, Nikki ¯dijo Martya¯. ¿Está tu mamá en casa?

¯Sí, por favor. Si no está demasiado ocupada.

¯No, sólo está entretenida con el jardín. Seguid todo recto ¯señaló en dirección al fondo de la casa, y volvió a subir las escaleras.

Tratando de no parecer una intrusa, Kareen condujo a su hermana a través del pasillo y la cocina hasta la puerta trasera. Ekaterin estaba de rodillas junto a un lecho de flores, recortando hierbajos. Las plantas que iba eliminando se amontonaban junto a ella, con raíces y todo, en filas que parecían de prisioneros ejecutados. Se marchitaban bajo el sol poniente. Colocó otro cadáver verde al final de la hilera. Parecía terapéutico. Kareen deseó tener algo que matar también. Además de a Martya.

Ekaterin alzó la cabeza al oír sus pasos y el fantasma de una sonrisa iluminó su pálido rostro. Clavó la pala en la tierra y se puso en pie.

¯Oh, hola.

¯Hola, Ekaterin. ¯Como no quería saltar demasiado pronto al tema de su visita, Kareen añadió, agitando la mano¯: Qué bonito.

Árboles y paredes cubiertas de enredaderas convertían al pequeño jardín en un refugio privado en mitad de la ciudad.

Ekaterin siguió su mirada.

¯Era mi afición cuando estuve de estudiante, hace años. La tía Vorthys lo ha cuidado, más o menos. Hay unas cuantas cosas que haría de manera diferente ahora... Bueno ¯indicó las bonitas sillas de hiero forjado y la mesa¯, ¿no queréis sentaros?

Martya aprovechó la invitación y se sentó, y apoyó la barbilla en sus manos con un suspiro de alivio.

¯¿Os apetece beber algo? ¿Té?

¯Gracias ¯dijo Kareen, sentándose también¯. Nada de beber, gracias.

En aquella casa no había sirvientes para encargarse de esas cosas; Ekaterin tendría que salir y rebuscar en la cocina con sus propias manos para atender a sus invitadas. Y las hermanas tendrían que preguntarse si había que seguir las normas de la gente corriente y correr a ayudarla, o cumplir las normas de los Altos Vor pobres y quedarse sentadas y esperar y fingir que no se daban cuenta de que no había ningún criado. Además, acababan de comer, y la cena todavía pesaba como una piedra en el estómago de Kareen, aunque apenas había probado bocado.

Kareen esperó hasta que Ekaterin estuvo sentada para iniciar con cautela la conversación:

¯Me he pasado por aquí para averiguar... quiero decir, me preguntaba si sabías algo de... ¿de la mansión Vorkosigan?

Ekaterin se envaró.

¯No. ¿Tendría que saber algo?

¯Oh.

¿Qué, el monomaníaco Miles no se había presentado ante ella ya? Kareen lo había imaginado ante la puerta de Ekaterin a la mañana siguiente, lanzando propaganda de control de daños como un loco.



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