Marley y yo by John Grogan

Marley y yo by John Grogan

autor:John Grogan
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romántico, Humor, Biografía
publicado: 2005-01-19T16:00:00+00:00


17. En la tierra de Bocahontas

Un mes después de acabarse el rodaje de The Last Home Run, nos despedimos de West Palm Beach y todos los recuerdos que encerraba. Aunque había habido dos asesinatos más a dos manzanas de casa, no fue el crimen lo que nos alejó de nuestra casita de la calle Churchill, sino el hacinamiento. Con dos críos y todos los pertrechos que necesitan, apenas quedaba lugar libre en la casa, cuyo aspecto tenía ya un cierto aire de filial de Toys “R” Us. Marley pesaba unos cuarenta y cinco kilos y no podía girar el cuerpo sin tirar algo en su entorno. Como la casa tenía dos dormitorios, pensamos, muy tontamente, que los chicos podían compartir uno de ellos, pero cuando descubrimos que lo único que hacían era despertarse uno al otro, duplicando nuestras excursiones nocturnas, pusimos a Conor en un espacio angosto que había entre el garaje y la cocina. El lugar era oficialmente «mi despacho», donde yo tocaba la guitarra y me dedicaba a controlar y pagar las cuentas, pero para quien lo viera no había manera de disimularlo: habíamos puesto a nuestro bebé en un pasadizo cubierto. Y sonaba terrible. Un pasadizo es algo un poco mejor que un garaje, que a su vez es casi un sinónimo de granero, pero ¿qué clase de padres criarían a su hijo en un granero? Además, un pasadizo es abierto, por lo cual está expuesto a cuanto elemento traiga consigo el viento, como polvo, alérgenos, insectos y murciélagos, y también criminales y pervertidos. El pasadizo era el lugar donde uno esperaba encontrar los cubos de la basura y las zapatillas de tenis mojadas. De hecho, era el sitio donde poníamos la comida de Marley y sus cubos de agua y donde siguieron estando, pese a que se convirtió en la residencia de Conor, y no porque el lugar fuera sólo apto para animales, sino porque sencillamente Marley contaba con que allí estuviesen su comida y su agua.

El pasadizo convertido en guardería tenía visos de haber sido diseñado por Dickens, pero en realidad no sólo no era tan malo, sino que incluso era mono. Originalmente había sido construido como un pasillo abierto para unir la casa con el garaje, pero los propietarios anteriores a nosotros lo habían cerrado. Antes de convertir el lugar en un cuarto de niños, le di una mano de pintura y puse persianas y ventanas nuevas. Jenny distribuyó por el suelo mullidas alfombritas y colgó unos dibujos divertidos en las paredes y unos juguetes movibles del techo. Pero así y todo ¿qué estábamos haciendo? Mientras nuestro hijo dormía en un pasadizo, nuestro perro tenía el dormitorio principal —el nuestro— a su entera disposición.

Además, Jenny trabajaba medio día para la sección de crónicas especiales del Post y lo hacía mayormente desde casa, en un intento de conjugar hijos y carrera. Era una cuestión de sentido común que yo estuviese más cerca de mi trabajo, así que resolvimos mudarnos.

La vida está llena de pequeñas ironías



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.