Malasanta by Antonio Tocornal

Malasanta by Antonio Tocornal

autor:Antonio Tocornal [Tocornal, Antonio]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Drama
editor: ePubLibre
publicado: 2022-04-01T00:00:00+00:00


Al viejo comerciante, por el contrario, no le producía ningún efecto la canción; la consideraba empalagosa, excesiva y digna de un culebrón, pero Baldío era de los que preferían callar su propia opinión si veía que con ello se propiciaba un clima de concordia a su alrededor; le emocionaba constatar cómo su acompañante se iba ablandando más y más cada vez que la escuchaba. Poco a poco, entre el calor del brandy y el otro más melancólico de la música dominicana, la fugitiva iba cogiendo confianzas y se le iba acercando de forma paulatina, como un perro al que por primera vez lo sacan de una jaula.

Al día siguiente, Modesto paró en un pueblo y le compró ropa discreta en un mercadillo de gitanos. Malasanta se despidió de él y le dio las gracias; continuaría sola desde allí. Para ella era primordial no depender más que de sí misma, aunque de momento no tenía ningún plan, y de todas maneras tampoco tenía a nadie a quien acudir en busca de ayuda. Pensaba que lo mejor sería buscar trabajo en algún prostíbulo en el que no la tratasen como a una esclava, hasta reunir algo de dinero con el que poder alquilar un piso en alguna ciudad y pagar algunos anuncios en un periódico local para montárselo por su cuenta. Solo necesitaba alejarse lo suficiente de La Ciénaga para que los hombres de doña Expiración no pudiesen seguir su pista.

El comerciante le dijo que no tenía dinero que darle, pero le pidió que antes de marcharse aceptase una invitación a comer y que escuchase lo que tenía que proponerle. Aquella noche, le explicó en qué consistía su profesión y qué contenían todas aquellas cajas que viajaban en la parte trasera de la furgoneta y en el remolque. Le dijo que tal vez podrían trabajar juntos durante un tiempo; si ella quería, le dijo, le sería muy útil para ayudarle a localizar mercerías para él cuando llegasen a los pueblos, y a cambio compartirían el dinero que ganasen durante el tiempo que estuviesen juntos.

Malasanta comprendió que Baldío anteponía la posibilidad de viajar acompañado a la rentabilidad de su negocio, pero pensó que no estaría mal seguir viajando durante un tiempo; que de esa forma podría alejarse lo suficiente, y mientras tanto ordenaría sus ideas hasta que adquiriesen consistencia y acabasen por fraguarse en planes factibles a medio plazo. Acordaron que solo sería durante un tiempo, y que irían a medias en todo.

Malasanta parecía divertirse mientras aprendía la diferencia entre una aguja de hacer punto y otra de hacer ganchillo, o las tallas de los dedales, y eso la volvía dichosa y le hacía olvidar su vida anterior, y que probablemente los hombres de doña Expiración estarían intentando localizarla para darle un escarmiento definitivo que sirviese de advertencia a sus compañeras. Poco a poco, le fue abandonando la nube de terror que la envolvía. Gozaba de descubrir pueblos nuevos y de la conversación del hombre que la rescató. Era la primera vez que alguien apreciaba estar a solas con ella para algo diferente de un coito rápido o de una felación.



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