Lugares fuera de sitio by Sergio del Molino

Lugares fuera de sitio by Sergio del Molino

autor:Sergio del Molino [Molino, Sergio del]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 2017-12-31T16:00:00+00:00


La Raya

Mi amigo Guillermo Altares lleva en su biografía la historia de España. Es hijo de Pedro Altares, uno de los periodistas más influyentes en los años de la transición democrática, cuando dirigió una revista fundamental para entender qué ha pasado en este país en el último medio siglo, Cuadernos para el Diálogo. A veces echo de menos tener lápiz y papel cuando charlo con Guillermo, porque es una ametralladora de anécdotas presentes y pasadas, y temo que se me olviden. Habla de las leyendas del periodismo y de la literatura española como si fuesen sus parientes cercanos, porque de hecho lo son. Ha crecido siendo sobrino putativo de gente como Manu Leguineche o Luis Carandell, amigos íntimos de su padre, cuyas obras conoce como nadie. Cuando habla de esos reporteros cultísimos y divertidos, me doy cuenta de que han sido extirpados de la memoria nacional. Me pregunto cuántos jóvenes periodistas los han leído y me apena comprobar su ausencia de las librerías y el enorme olvido al que se les ha condenado. En los últimos años se ha recuperado la obra de muchos periodistas de la primera mitad del siglo XX, como Manuel Chaves Nogales, Josep Pla (cuyos trabajos nunca estuvieron perdidos), Julio Camba o Luis de Oteyza, pero nadie se interesa por redescubrir a estos grafómanos, viajeros ilustrados y curiosos, herederos de la mejor ironía española y dueños de un lenguaje osado, popular y culto a la vez. Fueron una generación irrepetible de cronistas imprevisibles y burlones. Durante un tiempo, Luis Carandell presentó el Telediario, y lo convirtió en un informativo de autor donde no se limitaba a leer las entradillas de las noticias. Un día de 1985, sin avisar a los jefes ni a nadie, al entrar en directo, arrancó el programa recitando el soneto de Lope de Vega que termina con el verso «esto es amor, quien lo probó lo sabe».

Es una suerte contar con la memoria familiar de Altares, pues sin ella se terminaría de perder todo ese legado de la cultura hispánica. Fue gracias a él como llegué a un libro maravilloso y raro al que no puedo dejar de referirme antes de llevar estas páginas a las inmediaciones portuguesas: La Raya de Portugal, la frontera del subdesarrollo.

Un día, hablando de lo que andábamos escribiendo ambos, me atreví a contarle la razón de los últimos viajes que había hecho a lugares tan extraños y tan alejados de mis rutas habituales y le expliqué más o menos la idea de este libro, enumerándole mis enclaves preferidos, los descubrimientos y las rarezas históricas. Entonces me contó que, en la década de 1970, todavía durante el franquismo y el salazarismo, dos periodistas de Cuadernos para el Diálogo hicieron un viaje por la frontera portuguesa. Debió de ser muy sonado, una de esas aventuras que marcan época y que producen mil anécdotas que se repiten en cada cena. Firmaban el libro Antonio Pintado y Eduardo Barrenechea. El segundo era un nombre real, un periodista ya olvidado que fue maestro de los gigantes de la década de 1980.



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