Los políticos by Francisco Umbral

Los políticos by Francisco Umbral

autor:Francisco Umbral [Umbral, Francisco]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Publicaciones periódicas, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 1976-04-30T16:00:00+00:00


MUJER Y DEMOCRACIA

En Madrid ha sido suspendido por segunda o tercera vez un coloquio que se llamaba o se iba a llamar «Mujer y democracia». Lo que no han aclarado las autoridades competentes es si en este enunciado les molesta la mujer o les molesta la democracia.

También puede ser que les molesten ambos términos, juntos o por separado, o juntos y por separado. O sea que no hay manera ninguna de poner en relación a la mujer con la democracia. Todos los días se dan conferencias y se organizan coloquios sobre la mujer: «La mujer y el deporte», «La mujer y la crucetilla», «La mujer y la religión», «La mujer y la píldora», «La mujer y la universidad», «La mujer y el liguero» (que no es lo mismo que la mujer y el ligón). ¿Y por qué la mujer y el liguero sí, y la mujer y la democracia no?

Nuestras autoridades se vienen manifestando partidarias de la democracia. Luego no puede ser la democracia lo que les asusta en el enunciado del referido y fracasado coloquio. Yo diría que es la mujer en relación con la democracia lo que no está bien visto por las leyes españolas. Si un político, un escritor, un músico, un financiero o un ultra dice en unas declaraciones: «Yo lo que quiero es una democracia», esto le parece bien a todo el mundo, sobre todo si lo dice el ultra, que son los que más lo dicen, pues ya se supone que es hablar por hablar, que va de coña y no hay nada que temer.

En cambio, va una señorita y dice, cruzándose de piernas y encendiendo el Marlboro: «Yo, lo que pasa, es que soy muy demócrata». Y ya está todo el personal alborotado, pues en este país se piensa que cuando una mujer dice que es muy demócrata, quiere decir que es muy abierta, o sea muy libertina, una lanzada, una loca, una salida, una perdida, lo que ustedes quieran. Lo que está bien en el hombre, aunque sea ultra, está feo en una señorita. Aquí hemos tardado en soportar que la mujer fume, beba, lleve pantalones y salga por las noches. Pero mucho peor que eso es que se haga demócrata. Cuando dice que se ha hecho demócrata es como si nos hubiese puesto los cuernos a todos los integristas y totalitarios del país.

Antes, la que tenía un apaño entraba a media tarde en el despacho del marido, entre visita y visita, entre testamentaría y testamentaría, y se lo soltaba:

—Pepe, que tengo un apaño.

Ahora, la santa esposa que te sale progre, que es como cuando antaño te salía cabra loca, entra a media tarde en el despacho y dice:

—Pepe, que soy demócrata.

Es casi peor que lo otro porque el apaño no trascendía, era un solo señor, generalmente visita de la casa, y el asunto, aunque irremediable, resultaba controlable. Pero cuando una moderna de estas de ahora dice que es demócrata, es como si tuviera no un apaño, sino cincuenta. Es como si



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