Los fantasmas de una vida by Hilary Mantel

Los fantasmas de una vida by Hilary Mantel

autor:Hilary Mantel [Mantel, Hilary]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Memorias
editor: ePubLibre
publicado: 2003-01-01T00:00:00+00:00


Quinta parte

Cómo has llegado hasta aquí

Cuando tenía veinte años vivía en un tugurio de Sheffield. Estaba casada y sin blanca; eso lo puedo explicar; sin embargo, no puedo decir lo mismo sobre el dolor que sufría; parecía como si vagara por mi cuerpo, mordisqueando por aquí, apuñalándome por allá, revoloteando de un lado a otro cada vez que intentaba ubicarlo con el dedo.

Cuando llegué a Londres cargada con mis maletas, a los dieciocho años, aterricé en una residencia de estudiantes femenina de Bloomsbury: un refugio de calidez, calma y orden. La carrera universitaria me parecía apasionante, y la impartían abogados y académicos de prestigio y gran reputación. Me impliqué en la política estudiantil, participando en reuniones que se alargaban hasta la medianoche. No pensaba que fuera una pérdida de tiempo; la política estudiantil en la London School of Economics tenía al menos cierta relación con el mundo real. Se cursaban sobre todo estudios de posgrado, y era muy cosmopolita. Cualquier acontecimiento que sucediera fuera del país se convertía en noticia y había alguien capaz de contártelo y explicarte el trasfondo desde su punto de vista. Los edificios destartalados y abarrotados me gustaban más que cualquier patio con césped o ventana ojival. Y encima se me daba bien: mis tutores empezaron a preguntarme qué me interesaba, qué especialización elegiría en tercero. Uno de ellos me invitó a su despacho, de las dimensiones de un armario de la limpieza modesto, y me recomendó que estudiara derecho constitucional y administrativo. Lo imparte el profesor Griffith, se lo recomiendo encarecidamente. ¿Cómo delimitamos la autoridad, dónde empiezan y acaban los poderes del Estado? Mi camino parecía haber tomado un nuevo rumbo; parecía como si solo estuviera a uno o dos pasos del éxito. Complacida, le di las gracias a mi tutor, pero me marché pensando, tercero, tercero, a esas alturas ya no estaré aquí.

Hay momentos en la vida en que el siguiente paso, un paso claro y lógico, te parece imposible. Me costaba verme terminando los estudios y saliendo de allí como una londinense adulta, preparada para empezar su carrera profesional. Al parecer era más pobre que el resto de la gente. Gozaba de una beca del Estado y, al menos en teoría, de una pequeña contribución anual que tenían que aportar mis padres. Tenía previsto salir adelante sin esa contribución para ahorrarles el gasto, pero mis planes no funcionaron. Los gastos de la residencia se llevaban una buena tajada de la beca y me dejaban poco margen para imprevistos, aunque cubrían la calefacción y la luz, el desayuno y la cena; entre esas dos comidas, un bote de yogur. Durante el segundo año, era consciente de que no podría quedarme en la residencia y de que tendría que buscarme un lugar para vivir. Los sitios que podía permitirme quedaban lejos del centro de la ciudad, de manera que tendría que presupuestar también el transporte, ya que no podría acudir a todas partes andando como cuando vivía en la residencia. En esa época, no era



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