Los ángeles no se estrellan by R. Roman

Los ángeles no se estrellan by R. Roman

autor:R. Roman
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Humor, Novela, Romántico
publicado: 2019-07-03T05:00:00+00:00


26. París, París

En mis años de colegio, alguna compañera perturbada se obsesionaba conmigo. O un chico. Y se las arreglaban para hacerse con el teléfono de casa y llamaban y llamaban sin reposo. Nunca hablaban. Tampoco jadeaban. Solo se quedaban callados, escuchando mi voz, preguntar “diga, digaaa” una y otra vez. En esta ocasión, tras la acelerada entrevista con Lola, ocurrió otro tanto. Sin ser un lince, sabía que era ella. También se dejó caer por el gimnasio un par de veces haciéndose la distraída. Se la mostré a Margarita, la puse al corriente y nos echamos unas risas a su costa.

—Patética —adjetivó—, sencillamente patética.

—Sí, pero la que se llevó el berrinche fui yo.

—Porque quieres. No hace falta más que verla para adivinar que se muere de rabia, que no puede ni con su pelo. Te persigue, hasta debe tener pesadillas contigo como protagonista. Si algo me consta es que Maxwell se muere por tus huesitos, nunca vi nada igual, se derrite cuando lo miras. —Se quedó un instante suspendida en el techo de la cafetería—. ¿Te cuento un chisme? —Me miró pícara— No sé si debería…

—Ahora ya no vale… —la zarandeé decidida a que escupiese.

—El otro día pillé a Maxwell… entrando en una joyería.

Me quedé blanca.

—¿Y eso significa? —balbuceé.

—¡Va a pedirte matrimonio! —explotó presa de un entusiasmo febril— ¡Va a pedirte matrimonio, Victoria! —Se frenó al notar mi expresión— ¿No te alegras?

—No sé si quiero que me pida casarme —silabeé sombría como una tarde de Noviembre de las malas.

—Hija… —A Marga le gusta más un festival que a un mono un lápiz— Lleváis bastante tiempo, cuánto…

—¿Bastante? Cuatro meses y pico, nada, un soplo —razoné juiciosa.

—Depende de cómo se mire. Cuatro meses muy intensos —consideró machacona. Yo discrepaba.

—Nadie en sus cabales se casa después de cuatro meses.

—Sí que lo hacen, la gente desprejuiciada, las que apuran los buenos momentos de la vida, las que confían en que un noviazgo largo no es, en ningún caso, garantía de éxito en el matrimonio… ¿Sigo?

—Me da miedo equivocarme, ya me equivoqué una vez.

—¡Jolines, durante seis años! La mayoría de la gente se equivoca dos meses, tú estuviste casada con Pedro seis años ni más ni menos, más cuatro de noviazgo.

De repente salí del abatimiento.

—Bueno, esto es solo una hipótesis…

—Claro, claro, no tiene nada que ver, igual entraba a que le cambiasen la pila del Rolex, quién sabe —replicó haciéndose la indiferente.

—No tiene un Rolex —la corregí—. Y además no llevan pila.

—Pues si él va a comprarte un anillo de compromiso, tú deberías comprarle el reloj. Un Rolex estaría bien —puntualizó pasando a otro tema.

De improviso, Max me invitó a un viaje. Bueno, ciertamente no fue así. La ausencia de espíritu aventurero en la cama, le sobraba por todos los poros en los demás aspectos de su vida. Me dijo simplemente que preparase maleta para quince días. Europa. Sin más datos. Y yo sentí un cosquilleo subirme por el estómago, como no me subía desde quinceañera.

—Esto es una sorpresa, entenderás que tengo que taparte los ojos —indicó cuando aparcábamos mi coche en el parking más caro de todo el aeropuerto.



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