Libro del anhelo by Leonard Cohen

Libro del anhelo by Leonard Cohen

autor:Leonard Cohen [Cohen, Leonard]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Poesía, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 2006-01-01T05:00:00+00:00


ALGO DE PRINCIPIOS DE LOS SETENTA

Por lo general, o en general, como tú dices, el desinterés del lector por la novela de sensibilidad está perfectamente justificado. O por decirlo de otro modo, yo soy muy diferente a la mayoría de vosotros, y cuanto más viejo me hago, más feliz. Tendría que haber sido de otro país para entreteneros con los horrores de mi tierra natal, pero no fue así. Venía del mismo nivel que vosotros, aunque también se podría decir, de la misma niebla. Yo soy vuestra niebla. Pero no tengáis miedo; no estáis en presencia de un fuguillas verbal. Si me cuesta horrores crear un juego de palabras con cierta profundidad es simplemente porque estoy en las últimas. He tomado demasiado ácido, o he estado demasiado solo, o he sido educado por encima de mi inteligencia, o cualquier justificación que quieras darme. Es una pena que alguien tenga que consolarse por el fracaso de sus días con la idea de que de algún modo su voz, su obra expresa la más profunda, oscura, fresca y cruda ostra de la realidad en la insondable nevera del océano del corazón, pero ése soy yo, y aquí me tienes. Realmente me asombra la fama que tengo considerando los pocos que de verdad comprenden lo que soy. Soy la Voz del Sufrimiento, y no puedo ser consolado. Muchos lo intentaron pero parece ser, afortunadamente, que soy inmune a sus raídos consuelos. Capturaré tu lágrima sin apenas intentarlo, en la vasta red de mi ocioso parloteo. Voy a contarte una historia de amor tal que te hará feliz, porque tú no eres yo, aunque quién sabe, quizá estés sollozando tras tu éxtasis, como insinué, o incluso prometí. Creo que es una buena historia. Creo que es dura. Creo que tiene fibra. Se la he contado a un montón de gente, y a todos les ha gustado. Voy a contártela. Entre mis credenciales, soy el creador de la Fotografía Negra. Puedes preguntar a cualquier viajero del metro de cercanías bien informado, y probablemente refunfuñará con desdén: Oh sí, es el tío que se pasa un montón de rato preparando una foto y en el momento de disparar pone la mano sobre la lente. Me encanta la ficticia conversación de este viajero y dejaré que su descripción represente el proceso de mi arte. Mi arte, mi eternidad. Seré el deleite de futuros ojos cuando esta grotesca parodia de la humanidad haya evolucionado, sin duda, en algo peor. Estos futuros monstruos de la semilla nonata pasarán muchas excelentes vacaciones de intensidad inmersos en las emanaciones de mis rectángulos incoloros. Hace algunos años, un astuto marchante de arte de Nueva York quiso aprovecharse de los aspectos más evidentes de mi eternidad, y durante unos meses fui todo un personaje en la calle Décima, el preferido de una pequeña camarilla de gente curiosamente pequeña y delgada, dedicada a promocionar una «nueva» forma de expresión humana llamada ArteCiencia. Algunos de estos fanáticos quisieron convencerme de que entendían lo que hacía. Sobra decir que iban muy desencaminados, igual que el Adán de la fábula.



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