Las buenas ideas by Steven Johnson

Las buenas ideas by Steven Johnson

autor:Steven Johnson
La lengua: spa
Format: epub
editor: Turner
publicado: 2011-11-25T00:00:00+00:00


A principios de la década de 1970, un sociólogo de la Universidad de Berkeley llamado Claude Fischer empezó a investigar los efectos sociales de vivir en los centros urbanos densos. Este era una tema que llevaba mucho tiempo interesando a los teóricos del urbanismo, como ya daba fe un famoso ensayo de Louis Wirth, escrito en 1938, “Urbanism as a Way of Life” [El urbanismo como forma de vida], en el que argumentaba que la vida metropolitana llevaba a la desorganización social y a la alienación, porque los vínculos sociales y los placeres de las comunidades pequeñas se desintegraban en el tumulto de la gran ciudad. La teoría de Wirth no ha envejecido bien; hoy sabemos que los barrios densamente poblados tienen vínculos sociales complejos y de gran riqueza, si se sabe dar con ellos, así que Fischer se propuso averiguar qué pautas sociales propiciaba realmente el entorno de las grandes ciudades. Y la investigación le llevó a una conclusión abrumadora, que publicó en 1975 en un estudio que ha tenido gran repercusión: las grandes ciudades generan subculturas con mucha mayor eficiencia que las barriadas residenciales o las localidades pequeñas.

Los estilos de vida o las áreas de interés que se salen de lo corriente precisan de una cierta masa crítica para sobrevivir; en las comunidades más pequeñas se atrofian, y no porque esas comunidades sean más represivas, sino porque hay muchas menos posibilidades de encontrar iguales. Si, de entre el uno por ciento de la población, uno de cada diez siente un interés apasionado por coleccionar escarabajos, digamos, o por el teatro de improvisación, puede que en una localidad de mediano tamaño solo haya una docena de individuos semejantes. Pero en una gran capital pueden ser varios miles. Como señalaba Fischer, el agrupamiento crea un bucle continuo de retroalimentación positiva, porque las personas menos convencionales, cuando viven en barriadas o en zonas rurales, emigran a la ciudad buscando compañeros de viaje. “La teoría [...] explica a la vez la parte mala y la parte buena de las ciudades”, escribía Fischer. “La originalidad de los maleantes y la originalidad de los innovadores (es decir, de los artistas) se alimentan por igual del carácter vibrante de las subculturas”. En apariencia, parece que los colectivos de poesía y las pandillas callejeras no tienen nada en común, pero ambas dependen de esa capacidad de las ciudades para nutrir las culturas no dominantes.

La misma pauta rige el comercio y los negocios en las grandes ciudades. Jane Jacobs, autora de Muerte y vida de las grandes ciudades, escribió: “Cuanto mayor sea la ciudad, mayor será la variedad de sus producciones, y también serán mayores tanto el número como la proporción de los pequeños fabricantes”.

Las aldeas y las barriadas residenciales, por ejemplo, acogen por naturaleza los grandes hipermercados, pero pocas tiendas de comestibles pequeñas; y cadenas de salas de cine, pero muy pocas salas de teatro. Simplemente, no hay gente suficiente como para sostener mayor variedad, aunque sí haya (solo que no en cantidad suficiente) quien la aprovecharía si la tuviera.



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