Las aguas sagradas by May R. Ayamonte

Las aguas sagradas by May R. Ayamonte

autor:May R. Ayamonte [Ayamonte, May R.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2023-04-20T00:00:00+00:00


Capítulo 36

2021

Fátima sintió que sus botas de polipiel crujían en contacto con la escarcha que se acumulaba en la acera de la calle Molinos. La llovizna que caía era fina, pero lo suficientemente contundente como para mojar su abrigo de paño canela. Se acercó a Jimena, que había abierto un paraguas negro y cogió fuerza para seguirle el ritmo a la periodista. Se encaminaban a paso rápido, como flechas, en dirección a la plaza del Carmen. Agradeció la iniciativa que había tenido Jimena de reunirlos en su casa, así estaban en el centro de la ciudad. Por suerte, o por desgracia, el cuerpo había aparecido en pleno centro, junto al ayuntamiento. Se abrazó el cuerpo y movió las manos de manera frenética para entrar en calor. Tenía que comprarse un abrigo de mejor calidad para el invierno, en febrero Granada era dura durante las madrugadas.

—No me puedo creer que estuviéramos en lo cierto —musitó la historiadora mientras observaba cómo la coleta oscura de Jimena se balanceaba al ritmo que caminaban.

—¿En el ayuntamiento habrá lugares para dejar un cadáver? ¿Quién se arriesga de esa manera? —comentó Jimena mientras sacaba un cigarro de su bolso y lo encendía.

—Pensad que hace mucho frío y llueve, así que, probablemente, habría pocos transeúntes. De todos modos, es raro, sí. Es una avenida abierta, donde hay tráfico constante independientemente de la hora. Sería dificilísimo que nadie lo viera —añadió Gari.

Fátima lo miró sin conseguir ver sus ojos. El criminólogo llevaba un chubasquero oscuro y la capucha bien apretada. Había dormido la mayor parte de la noche, así que se notaba que había descansado, a diferencia de ellas.

—Existe la posibilidad de que no sea el asesino el que deja los cuerpos. ¿Y si es más de uno? Trabajamos con la posibilidad de que sea una persona, pero me da la sensación de que esto es demasiada tarea para uno solo… —musitaba Jimena como si quisiera compartir los pensamientos que la avasallaban conforme empezaban a bajar Reyes Católicos, la gran avenida en la que se encontraba el ayuntamiento.

Fátima no supo qué añadir a ese comentario. Sin duda, tenía sentido lo que decía. Podía ser que el asesino estuviera en su casa, tranquilamente, sin ensuciarse directamente las manos. Si utilizaba indigentes para colgar sus pancartas, ¿por qué no iba a hacer lo mismo con los cuerpos? Aunque, si lo pensaba fríamente, ¿quién colaboraría en dejar un cadáver en mitad de la calle?

—No creo que sea factible la teoría de que haya más de un asesino, Jimena —respondió Gari con un tono cortante que dejó a Fátima más fría de lo que ya estaba.

—Dame argumentos y entonces te daré la razón —contestó Jimena también borde.

Con el tono que utilizó Jimena, a Fátima le quedó claro que no había sido solo su percepción.

—Fantaseas demasiado. En este trabajo no hay cabida para las fantasías, Jimena. Los hechos son los hechos. No hay indicios que señalen que haya más de un asesino —argumentó Gari todavía con un tono agresivo.

—¿Qué hechos, Gari, que aparezcan



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