La Vida Simple by Sylvain Tesson

La Vida Simple by Sylvain Tesson

autor:Sylvain Tesson
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Narrativa Varios
ISBN: 978-84-204-1452-2
editor: www.papyrefb2.net
publicado: 2012-12-31T23:00:00+00:00


13 de abril

La radio siguió escupiendo informaciones toda la noche. En mi semisueño oí cómo crecía la cuenta: noventa y cinco muertos..., noventa y seis muertos..., noventa y siete muertos. A las dos, me tapé las orejas con bolitas de papel. Arranqué una página de Lord Jim, la mastiqué lentamente (feo gusto de la tinta) y me metí en el fondo de la oreja la literatura de Conrad, pensando que oiría el mar.

A la mañana, Volodia me llevó a inspeccionar su línea de trampas. La misión de un inspector forestal es impedir que los cazadores furtivos maten animales. Volodia la cumple en la estricta delimitación territorial de la reserva. Su cabaña se levanta en la orilla izquierda del arroyo Ielochine, en la frontera norte del parque natural. Del otro lado, las taigas no están protegidas, y es allí donde pone sus trampas.

Se ha calzado esquís: dos tablas de madera forradas en cuero de caballo. Yo lo sigo en raquetas. Nos lleva tres horas revisar todas las trampas. Nos hundimos en la nieve. Bordeamos el límite entre la vertiente montañosa y el llano boscoso. Los grajos anuncian nuestra cercanía. El perro de Volodia multiplica las falsas alertas. Es cachorro y todavía no sabe que no se molesta al amo por una ardilla. Volodia le enseña el oficio a gritos y golpes: «¡Estos perros no tienen ninguna educación, puta madre!». En quince trampas, dos visones. Volodia jura que el bosque está vacío y que antes la vida era mejor. Lo que hicieron los norteamericanos con los bisontes de la pradera, los rusos lo han hecho con sus mustélidos. Han exterminado los animales de piel para cubrir el cuerpo de los hombres. Un día, el hombre entra al bosque. Los dioses se retiran.

Se puede vivir junto a una pista de patinaje gigante, alimentarse de caviar, de patas de oso y de hígado de alce, vestirse con visón, ir por la floresta con el fusil al hombro, asistir cada mañana, cuando los rayos del alba tocan el hielo, a uno de los más bellos espectáculos del planeta, y sin embargo soñar con una vida en un departamento equipado con toda la robótica y la aparatología high tech. La tentación eremítica procede de un ciclo inmutable. Primero hay que haber sufrido la indigestión de las ciudades modernas para aspirar a una cabaña en el claro de un bosque. Una vez anquilosado en la grasa del conformismo y enquistado en la mantequilla del confort, estamos maduros para la llamada de la selva.

Al mediodía emprendo el regreso. El hielo está cubierto de un polvo de nieve y mis zapatos resbalan. Necesito una velada solitaria. La niebla vela los montes. La costa se crea y se recrea.



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