La segunda guerra mundial by Antony Beevor

La segunda guerra mundial by Antony Beevor

autor:Antony Beevor [Beevor, Antony]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: sci_history
ISBN: 9788493986339
publicado: 2013-02-14T23:00:00+00:00


En las escarpadas colinas del oeste de Túnez, el I Ejército de Anderson seguía tratando de resistir. Su actuación se veía entorpecida por una confusa estructura de mandos, la imposibilidad de concentrar sus fuerzas mal coordinadas y las constantes disputas entre los oficiales británicos, franceses y americanos. Las tropas aliadas no tenían nada que hacer ante la gran profesionalidad con la que los alemanes contraatacaban, combinando la acción de sus bombarderos en picado Stuka, de su artillería y de sus carros de combate.

Los dos bandos se lamentaban amargamente de la constante lluvia y de la suciedad y el barro que se acumulaban. «Es increíble lo que hay que soportar», decía un Gefreiter en una carta dirigida a los suyos, ignorando, evidentemente, que las condiciones en el frente oriental eran mucho peores.21 El general von Arnim había llegado para asumir el mando de las fuerzas de Túnez, que en aquellos momentos recibían el nombre de V Ejército Acorazado. Arnim se preparó para defenderse de los ataques aliados, y ordenó que los judíos de Túnez fueran detenidos para utilizarlos como mano de obra esclava. La comunidad judía también sufrió la implacable expoliación de su oro y su dinero.

La retirada de Rommel de la línea Mersa el Brega en diciembre de 1942 y la ausencia de victorias aliadas en Túnez llevaron a Montgomery a continuar con el avance. Pero desaprovechó todas las oportunidades que tuvo de rodear lo que quedaba del Panzerarmee, especialmente cuando este hizo un alto en la línea Buerat. El 23 de enero de 1943, el VIII Ejército entró en Trípoli, con el 11.° de Húsares a la cabeza. Pero, una vez más, Rommel ya se había retirado para comenzar a fortificar la línea Mareth, junto a la bahía de Gabes, y poder conectar con el V Ejército Acorazado de Arnim.

Resignado a su derrota en el norte de África, Rommel quería emprender una evacuación de sus tropas como la de Dunkerque. Sus unidades no disponían ni del combustible suficiente ni del armamento necesario para seguir con los combates, y se desesperaba porque Hitler no entraba en razón. En el curso de un duro intercambio de palabras en la Wolfsschanze a finales de noviembre, Hitler se había negado a autorizar la retirada de tropas de la línea Mersa el Brega, acusando incluso a los hombres de Rommel de haber abandonado sus armas durante la retirada de El Alamein. En realidad, la retirada de Rommel, con la que consiguió escapar del VIII Ejército, había sido la empresa dirigida con más talento y perspicacia de todas las llevadas a cabo durante su guerra del desierto.

Los intentos de Mussolini de convencer a Hitler de poner fin a la guerra en la Unión Soviética cayeron en saco roto. La rendición en Stalingrado y la pérdida de Libia constituyeron un duro revés para la moral del Duce, quien, tras destituir a su yerno, el conde Ciano, como ministro de exteriores, comenzó a alimentar su depresión encerrándose en su dormitorio, metido en la cama, para tratar de evadirse de la realidad.



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