La sanadora de Zalindov by Lynette Noni

La sanadora de Zalindov by Lynette Noni

autor:Lynette Noni [Noni, Lynette]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico, Juvenil
editor: ePubLibre
publicado: 2021-01-01T00:00:00+00:00


CAPÍTULO DIECINUEVE

Tras compartir la historia de su padre con Tilda, Kiva salió al jardín medicinal, donde más cerca se sentía de él. Olisha y Nergal habían llegado temprano para su turno, así que había alguien vigilando a la enferma; la llamarían si mostraba el menor indicio de problemas. Pero Kiva confiaba en que la mujer estuviera otra vez estable, al menos por el momento.

Mientras recorría el camino de grava, Kiva acarició la hierbagáber que se alzaba más alta que ella y ocultaba gran parte del sendero que tenía por delante. Las largas hojas verdes eran en teoría malas hierbas, pero los tallos se podían exprimir para aliviar otalgias. A Kiva, además, le gustaba la privacidad que ofrecían, la ilusión de que aquel era un trocito de paraíso en medio de la cárcel, solo para ella.

Este puede ser nuestro sitio, le había dicho su padre. Cuando necesitemos alejarnos de todo, vendremos aquí. Nuestro propio santuario.

Kiva cerró los ojos mientras su voz la recorría, sin dejar de acariciar la hierbagáber. Solo los abrió de nuevo al llegar a un recodo, que siguió en bucle. A la derecha había parterres de flores (caléndula, lavanda y amapola, junto con flores de nieve y manteberros). Enfrente estaban las bayas, luego las coles, las hierbas, las ortigas… y seguía y seguía. El jardín estaba organizado en secciones según el tipo de planta y según sus cualidades medicinales; las más peligrosas estaban en el extremo más alejado del camino enroscado, en su propio parterre, para evitar que se propagaran por accidente.

Al mirar a su alrededor, Kiva recordó la primera vez que había pisado el jardín; su padre la había conducido de la mano por el sendero durante el anochecer.

Este es nuestro secreto, le había dicho con un guiño. Mientras sea el sanador de la cárcel, puedes escabullirte aquí cuando quieras.

Pero ¿qué pasa con los guardias, papá?

Jugaremos a un juego, había respondido Faran. Al escondite, justo como hacías con Zulee y Tor y… Se interrumpió antes de mencionar a Kerrin. Nunca decía su nombre.

Kiva tragó saliva cuando recordó ese momento.

Su padre, el sanador de la cárcel.

Fue lógico que le asignaran ese trabajo tras su llegada a Zalindov. Lo enviaron derecho a la enfermería el primer día; estaba bajo las órdenes de la médica jefe, una mujer amargada llamada Thessa. Faran estaba mucho más cualificado que ella, pero Thessa llevaba años al mando y se negaba a escucharle y mucho menos a aprender de él… o a cederle el puesto.

Hacía tiempo que Kiva no pensaba en Thessa. Al arrodillarse para quitar unos cardos que ahogaban la raíz dorada, regresó a esos primeros días llenos de miedo y tristeza, pero que también contenían momentos de alegría, como cuando su padre la había llevado por primera vez a ese jardín.

Prométeme que, sin importar lo que pase, nunca perderás la esperanza, le había susurrado en ese mismo lugar, arrodillado delante de la raíz dorada. Tus hermanos, tu madre… Se le quebró la voz en ese instante. Vendrán a por ti, algún día.

¿No



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