La rompebodas by Rose Gate

La rompebodas by Rose Gate

autor:Rose Gate [Gate, Rose]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico, Humor
editor: ePubLibre
publicado: 2023-02-13T00:00:00+00:00


Me enjugué una lágrima cuando el segundo cuento terminó.

No estaba preparada ni para lo que iba a ver, ni para lo que iba a oír, ni para lo que iba a sentir.

Jayden era mágico. Me recordó a la primera vez que fui al cine y vi aquella enorme sala llena de butacas y una pantalla gigante. Me hundí en una de ellas, expectante, para visionar mi primera peli de Disney con un enorme bol de palomitas y un vaso de refresco más grande que yo. Esa emoción, la que fluye cuando se desata la magia, era la misma que se estaba enroscando ahora por mi vientre.

El lugar donde se desarrollaban las lecturas no parecía una sala de hospital, me sentí como Alicia en el País de las Maravillas y acabara de caerme por el agujero persiguiendo al conejo blanco de Jayden. La sala estaba acondicionada como una biblioteca única, decorada con mucho esmero, con multitud de colores, texturas y un ambiente de cuento para que los niños se sintieran especiales.

Nadie te prepara para estar rodeada de niños enfermos y que una de las enfermeras se te acerque para decirte que más de uno es terminal, que están recibiendo tratamientos muy fuertes y que durante la hora del cuento sus caritas resplandecen. Aquello te arrugaba por dentro, al igual que las lágrimas que se agolpaban en sus caras porque cuando había dos lecturas, significaba una cosa: que a alguno de ellos le daban el alta.

Jayden me guiñó el ojo antes de empezar la segunda historia y se dirigió a su prolífica audiencia.

—Ya sabéis todos que hoy Lena se marcha a casa y por eso vamos a seguir con la tradición y leeremos un cuento corto para niños hospitalizados. Es de la autora española Elena Barroso, que con tanta amabilidad nos tradujo Esperanza —comentó, mirando a una de las enfermeras pediátricas—. Hoy Lena va a ayudarme y leerá los diálogos de Sofía, así que dadle un fuerte aplauso.

Las palmas comenzaron a repiquetear, aunque había una niña de color que se aferraba con fuerza a la protagonista del día, gimoteando sin querer soltarla.

—Cherise, si no dejas de llorar y abrazarte a Lena, no va a poder leer.

La pequeña sollozó y la soltó a regañadientes espoleada por Esperanza. Se me contrajo el corazón al ver una vía que salía de su pequeño bracito y que se suspendía en un portasueros portátil que, en su extremo, llevaba un osito de peluche donde reposaba la bolsa de medicamento que le estaban inyectando.

Lena se sentó sobre las rodillas de Jayden, quien la acogió con muchísima dulzura. Solo ese gesto me estremeció por dentro y me hizo temblar. Si bien es cierto que la niña de pelo rubio y enormes ojos azules se atascó en algunas de las partes, no le restó emoción.

El cuento iba de un niño llamado Luis, que había sido hospitalizado. El crío no se tomó muy bien tener que ser ingresado, pero su compañera de habitación, Sofía, quería hacerle ver que estar allí no era tan malo.



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