En casa. by Bill Bryson

En casa. by Bill Bryson

autor:Bill Bryson [Bryson, Bill]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Ciencias sociales
editor: ePubLibre
publicado: 2009-12-31T16:00:00+00:00


III

Pero hay que decir que el movimiento en cuanto al número de poblaciones de ciertas especies no va siempre en descenso. A veces, las poblaciones aumentan de forma desmesurada, en ocasiones de tal modo que conforman incluso la historia. Y esto nunca ha sido más cierto que en 1873, cuando los granjeros del oeste de Estados Unidos y las llanuras de Canadá experimentaron una visita de alcance devastador. Llegaron, como salidas de la nada, nubes de langostas de las Montañas Rocosas, gigantescos amasijos chirriantes de movimiento y voracidad que ofuscaban el sol y devoraban todo lo que se interponía en su camino. Dondequiera que aterrizaran los enjambres de insectos, los efectos eran atroces. Devastaron campos y huertos y consumieron prácticamente todo aquello sobre lo que se posaron. Comían cuero y lona, coladas tendidas al sol, la lana del lomo de ovejas vivas, incluso los mangos de madera de las herramientas. Un testigo del fenómeno dijo, asombrado, que llegaban en cantidades tan espectaculares que apagaron incluso un incendio de considerable envergadura. Fue, según muchos testigos, como vivir el fin del mundo. El ruido era ensordecedor. Se estima que una nube podía llegar a alcanzar tres mil kilómetros de longitud por ochenta de anchura. Tardaba hasta cinco días en pasar en su totalidad por un punto determinado. Y se cree que una nube podía llegar a contener diez mil millones de insectos, aunque hay estimaciones que sitúan la cifra incluso en 12,5 billones, con un peso de 27,5 millones de toneladas. Fue, sin lugar a dudas, la reunión más enorme de seres vivos jamás vista en la Tierra. Nada conseguía desviar a las langostas. Cuando dos nubes coincidían, se cruzaban y emergían por el otro lado sin víctimas. Ni a golpes de pala ni rociándolas con insecticida se conseguían resultados significativos.

Fue justo en el momento en que la gente se desplazaba en grandes cantidades hacia el oeste de Estados Unidos y Canadá, creando una nueva banda de plantaciones de trigo en las grandes llanuras. La población de Nebraska, por ejemplo, pasó de 28.000 habitantes a un millón en solo una generación. En el periodo posterior a la guerra civil norteamericana, se crearon en conjunto, al oeste del Mississippi, cuatro millones de granjas, y muchos de estos nuevos granjeros tenían importantes hipotecas sobre sus casas y tierras y habían contraído préstamos para pagar flotillas con el equipamiento necesario —cosechadoras, trilladoras, segadoras, etc.— para poder cultivar a escala industrial. Cientos de miles de personas más habían invertido colosales sumas de dinero en líneas de ferrocarril, silos de cereales y negocios de todo tipo para sustentar el increíble aumento de población que vivía en el oeste. Y con la plaga de la langosta, cantidades muy sustanciales de personas quedaron literalmente arrasadas.

Al finalizar el verano, la langosta se esfumó y volvió a vislumbrarse un rayo de esperanza. Pero el optimismo duró poco. Las langostas regresaron durante tres veranos más, cada vez en mayores cantidades. Empezó a arraigar la idea de que tal vez vivir en el oeste fuera un imposible.



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