La reina del desierto by Janet Wallach

La reina del desierto by Janet Wallach

autor:Janet Wallach [Wallach, Janet]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Biografía
editor: ePubLibre
publicado: 1996-01-01T00:00:00+00:00


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Si la alianza con Fahad Bey había sido todo un éxito, las relaciones con los colegas de El Cairo planteaban dificultades. De acuerdo con la correspondencia entre Henry McMahon y el sharif Hussein, la Oficina árabe seguía respaldando las aspiraciones del sharif a un reino árabe si encabezaba un levantamiento árabe contra los turcos. El jefe de Inteligencia en Egipto, Ronald Storrs, había visitado su cuartel general de Arabia, en Hejaz; llevaba dinero, armas y relojes de oro para el sharif Hussein. Pocos días después de su encuentro, el levantamiento árabe se puso en marcha. Los hombres del sharif capturaron triunfalmente La Meca y obligaron a los turcos a rendirse en Jeddah.

Sin embargo, hasta abril de 1917 sir Percy no conoció la existencia de un pacto firmado entre Mark Sykes y el señor George Picot, para dividir entre Gran Bretaña y Francia el Oriente Medio otomano. Por el acuerdo Sykes-Picot, que en realidad se había firmado un año antes, los británicos y los franceses pensaban repartirse el botín turco: se crearía una zona de influencia británica en Mesopotamia, alrededor de los ríos Éufrates y Tigris, que incluiría Basora, Bagdad y Khanaqin; y habría una zona de influencia francesa en Siria, que abarcaría la costa siria, incluido Beirut, y el territorio comprendido entre Cilicia y el Alto Tigris. El pacto establecía también, asumiendo algunas de las promesas hechas al sharif Hussein, que Francia e Inglaterra estaban «dispuestas a reconocer y proteger un estado árabe independiente o una confederación de estados árabes… bajo la soberanía de un jefe árabe». Palestina, por otra parte, quedaría bajo administración internacional.

Un año antes, en 1916, cuando David Hogarth fue informado del pacto Sykes-Picot, escribió inmediatamente al director de Inteligencia, el capitán Hall, recomendando que no se informara a nadie más: «La firma de este acuerdo no favorece de forma inmediata nuestra estrategia árabe, tal y como nos la planteamos aquí; sólo podremos evitar que se convierta en una seria desventaja si durante algún tiempo se mantiene en el más estricto secreto.» El pacto se ocultó a sir Percy Cox y a Gertrude Bell durante casi un año.

Cuando Cox se enteró del acuerdo Sykes-Picot se puso furioso. No sólo había sido engañado sino que ¿qué pasaría con Mesopotamia? Cox esperaba que Irak fuera anexionado, bajo el gobierno de la India, y que se nombrara Rey a Ibn Saud. McMahon y la Oficina árabe le habían prometido el puesto al sharif Hussein. Y ahora se llegaba a decir que, por el acuerdo Sykes-Picot, Bagdad tendría un gobernante local, Basora pertenecería a los británicos y Mosul sería de los franceses. Cox exigió una explicación.

Ronald Storrs llegó a Bagdad en junio de 1917 para exponer la visión de la Oficina Árabe, y una lancha le condujo por el río a casa de Cox. En el balcón a orillas del Tigris, con los cócteles en la mano, Cox y Gertrude le sonsacaron. Siguieron haciéndole preguntas durante la cena. Querían saber qué pensaban en El Cairo y qué sucedía en Arabia.



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