La noche de Tlatelolco by Elena Poniatowska

La noche de Tlatelolco by Elena Poniatowska

autor:Elena Poniatowska [Poniatowska, Elena]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Histórico, Otros
publicado: 1971-08-25T22:00:00+00:00


VALLEJO-VALLEJO-¡LIBERTAD!-VALLEJO-LIBERTAD-VALLEJO

• Coro en la manifestación del 13 de agosto de 1968.

LÍDER HONESTO IGUAL A PRESO POLÍTICO.

• Cartel en la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM.

Desde su detención en 1959 cuando encabezaba el movimiento ferrocarrilero que aspiró a crear un sindicalismo independiente, Vallejo ha venido padeciendo sucesiva y conjuntamente castigos judiciales y públicos reservados al oposicionista que no ha entendido la teoría de la componenda y el arreglo. El artículo 133 del Código Penal Federal, que intenta tipificar el delito de disolución social, le fue aplicado con helado rigor extremo, lo mismo que otras variadas configuraciones (pretendidamente legales) de la misma idea oficial: discrepar es traicionar; disentir, así sea de un modo legítimo, legal y público, es hacerse merecedor de todo el peso de la represión… Porque tan grave es la anticonstitucionalidad de las razones oficialmente dichas para justificar el prolongado encarcelamiento de Vallejo y Campa, como la indiferencia pública, la consumada indiferencia de la inmensa mayoría hacia el fenómeno de los presos políticos.

Una cosa se corresponde con la otra: la notoria despolitización del mexicano se identifica plenamente con su evidente amoralidad, con la irremediable desidia que le provoca la mera idea de indignarse ante cualquier forma de injusticia. Despolitizar no es sólo convencer a todos los ciudadanos de la inutilidad de preocuparse por los asuntos públicos, de la inexorabilidad de todas las decisiones al margen de cualquier posible intervención de la voluntad colectiva. Despolitizar no es únicamente volver la tarea de la administración de un país asunto mágico y sexenal, resuelto a través de una pura deliberación íntima: también despolitizar es privar de signos morales, de posibilidad de indignación a una sociedad. Es aniquilar la vida moral como asunto de todos y reducirla al nivel de problema de cada quien: es decir, la muerte de la moral social y el estímulo a la moralidad pequeñoburguesa, hecha de la necesidad de prohibir, nunca, como en el caso de la verdadera moral, de la capacidad de elegir.

• Carlos Monsiváis, «La Cultura en México», núm. 322, para abril 17 de 1968, Siempre!

…encontré sobre la mesa de mi oficina una de tus cartas en la que me cuentas de tu visita a Vallejo y a Campa. ¡Qué vergüenza y qué gran pena! Tiende uno a olvidar mucho de lo que más lastima, rodeándose de una especie de gran silencio que de repente se llena de ruidos. Este magnífico y egoísta silencio con el que nos protegemos y nos olvidamos. Cómo es posible que podamos vivir tan «confortablemente» solos, tan bien protegidos, tan indiferentes. Me duele enormemente imaginar la pequeña figura de Vallejo en su limpia celda, tomando leche como un gato, esperando a que un día pueda salir y volver a… ¿a qué? A una calle y a un grupo de hombres que lo verán con cierta curiosidad pero con fundamental indiferencia. ¿Qué va a hacer cuando salga? ¿Cómo va a vivir? ¿A quién va a amar? ¿Cómo va a trabajar? Me espanta aún más esto que el imaginarlo en la cárcel bebiendo leche.



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