La mirada del vacío by Adrian Tchaikovsky

La mirada del vacío by Adrian Tchaikovsky

autor:Adrian Tchaikovsky [Tchaikovsky, Adrian]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Ciencia ficción
editor: ePubLibre
publicado: 2022-01-01T00:00:00+00:00


* * *

Por tanto, se fueron con la bendición un tanto renuente del Partenón, y acompañados por la Mhairi, una nave patrullera del Aspirat. Acababa de salir de los astilleros, albergaba un grupo de mirmidones y una batería de aceleradores que podían convertirse en un martillo de masa en caso necesario, lo que suponía más armamento del que una nave de este tamaño debería ser capaz de albergar.

Se marcharon tras una solemne despedida de Trine, que les entregaron por si acaso unas credenciales que les presentaban en misión diplomática para la Asamblea colmenera. Para entonces, Solaz se preguntaba si la prolongada renuencia de Trine de reintegrarse a la Asamblea no se debería a la forma en que el delegado empleaban su más bien nebulosa autoridad a la menor provocación.

Y partieron con todo este equipo, siguiendo el rastro del mensaje. Les condujo a través de una serie de pasajes fuera del espacio controlado por las parteni, más allá de la frontera de las Colonias hasta mundos reclamados y ocupados por los hannilambra, la especie de Kit. Específicamente, a un mundo seco cuya denominación, según la mejor alternativa que ofreció su traductor, podría ser «Estridente».

Programaron su llegada para que la Mhairi fuera por delante, bajo la cobertura de un falso asunto que justificara su presencia, sin relación aparente con la Dios Buitre. Tampoco engañaría a nadie que se molestara en tirar del hilo.

—Así que nos toca esperar hasta que ese… ¿qué es, ministro?, nos llame. ¿Éstos son tus agentes, no, tu peña de confianza? —preguntó Olli—. Quiero decir, el mensaje no nos daba un lugar exacto, sólo un planeta. Así que cuando lleguemos nos tendrán que guiar de algún modo.

—Los ministros no son la cosa —dijo Kittering—. La residencia es el motivo de Estridente. Los negocios se confían a un supervisor. Habrá una desaprobación.

Los otros le miraron de reojo, pero era obvio que no tenía ninguna intención de explicarles las interioridades de la sociedad hanni. En la poco docta opinión de Solaz, parecía incómodo, con las piernas inquietas mientras se balanceaba en su taburete de la cápsula de mando.

Solaz pidió a los sistemas de la Buitre algunos detalles del planeta. Estridente era otro mundo sin mares, sin agua en superficie pero con extensos acuíferos subterráneos. Había una próspera biosfera con una existencia casi totalmente subterránea, salvo por los discos de color de arena de kilómetro y medio de ancho que eran los órganos fotosintéticos de un tipo de liquen gigante. O tal vez coral, o cualquier otra de esas comparaciones humanas que no terminan de acertar al describir la vida alienígena. Había también unas colonias de una especie que parecía una babosa del tamaño de un ser humano pero que vivía como las hormigas, y que al parecer se movía a velocidades superiores a cincuenta kilómetros por hora por un limo súper deslizante, lo que debía de ser algo digno de verse. Además de exportar ese limo, la enorme población de hanni había semidomesticado a las babosas, o quizá las había hackeado genéticamente para que se ocuparan de ciertas tareas.



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