La lista del juez by John Grisham

La lista del juez by John Grisham

autor:John Grisham [John Grisham]
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9788401027741
editor: Penguin Random House Grupo Editorial España
publicado: 2022-08-24T00:00:00+00:00


23

Aguantó la naranja en el estómago. Intentó echarse una siesta, pero estaba demasiado alterado. Cogió la bolsa del gimnasio y se dirigió a la vuelta de la esquina, donde pasó dos horas haciendo spinning, remando, levantando pesas y machacando la cinta de correr. Cuando estaba más que agotado, asomó la cabeza al interior del baño turco. Cuando se aseguró de que estaría solo, se desnudó, entró y se tumbó sobre la toalla.

Había sido un error llamar a Norris Ozment, pero no le había quedado más remedio. Ahora Ozment podía relacionarlo directamente con Verno, de la misma manera en que lo había hecho Tabor. Pero era poco probable que las autoridades de Mississippi llegaran a encontrar a Ozment, y todavía más improbable que él se molestara en acudir a ellas. ¿Por qué iba a hacerlo?

El juez se masajeó las sienes e intentó respirar despacio mientras el vapor le aliviaba los pulmones. La persona que había presentado la denuncia ante la CCJ lo había hecho de forma anónima y con la condición de que no se introdujera nada en ningún archivo digital. Todo se mantendría alejado de internet. La persona que había contratado a Rollie Tabor para que se hiciera pasar por Jeff Dunlap y husmease en el antiguo caso judicial lo había hecho con el acuerdo de que Tabor no almacenara nada en línea. La persona que le había enviado las dos cartas anónimas se había esforzado mucho en eliminar todas las pistas posibles.

La persona sabía lo de Eileen Nickleberry.

Todas esas personas eran la misma. No cabía otra explicación, así de sencillo. Las pruebas eran demasiado coincidentes. Era imperativo encontrar a esa persona.

Y, si encontraba a ese hombre, ¿qué haría el buen juez? Desde luego podría matarlo, no le resultaría difícil. Pero ¿era ya demasiado tarde? ¿Tenía la señora Stoltz, de la CCJ, las suficientes pruebas condenatorias como para recurrir a la policía? Se dijo que la respuesta era no, y se lo creyó. Acusar e imputar era bastante sencillo, pero condenarlo sería imposible. Él presidía juicios por asesinato, estudiaba medicina forense y sabía más que los expertos sobre esa ciencia. Y, lo que era aún más importante, sabía cuántas pruebas se necesitaban para condenar. ¡Un montón! Hasta más allá de toda duda razonable. Muchas más de las que cualquier policía mal pagado habría sido capaz de encontrar a lo largo de su rastro de cadáveres.

Había alrededor de una docena de entradas en su lista. Más o menos. Diez tachadas, le faltaban dos. Puede que tres. Dunwoody no contaba porque nunca estuvo en la lista. Había llegado en el momento menos oportuno y era una víctima que seguía preocupando al juez. No merecía morir, como los demás. Sin embargo, por muy preocupado que estuviera, no podía hacer nada al respecto.

Y ahora tenía problemas mucho más graves.

Un asesino no puede evitar mirar por encima del hombro y durante años había temido este ajuste de cuentas. De hecho, había tenido tanto tiempo para pensar en él que había concebido varias reacciones posibles. Una



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