La Heredera by Kiera Cass

La Heredera by Kiera Cass

autor:Kiera Cass [Cass, Kiera]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Juvenil, Ciencia ficción, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2015-05-05T04:00:00+00:00


Capítulo 18

—De acuerdo, alteza, cuando quiera.

La maquilladora me dio los últimos retoques y corregí mi postura mientras repasaba todos los nombres mentalmente. Asentí con la cabeza y la lucecita de una cámara se iluminó de rojo. Esa era la señal inequívoca de que la cámara estaba grabando.

—El guateque ha sido todo un éxito; le habrán dicho que la comida estaba exquisita y estoy convencido de que se fijó en los impresionantes trajes que lucieron los candidatos. Pero, dígame algo, ¿quién cree que debería quedar eliminado?

»Sí, el señor Kile perdió un ápice de hombría al ponerse mi tiara y no cabe duda de que el señor Hale casi me tira al suelo —concluí con una sonrisa—. Pero, después de mucha deliberación, los dos seleccionados que nos dejarán hoy mismo son Kesley Timber, de Whites, y Holden Messenger, de Bankston.

»¿Qué tal lo están haciendo vuestros favoritos? ¿Estáis deseando conocer más a fondo al resto de los concursantes? ¿Os morís por saber todavía más de la Selección? Pues sintonizad el Report cada viernes por la noche para estar a la última de todas las noticias relacionadas con estos caballeros. Y estad pendientes de nuestros programas especiales dedicados a la Selección, en exclusiva únicamente en el canal público.

Sostuve la sonrisa unos segundos más.

—¡Corten! —ordenó el director—. Excelente. En mi opinión, la toma ha sido perfecta, pero grabemos otra, solo por si acaso.

—Claro. ¿Cuándo se emitirá?

—Esta noche editarán el reportaje, incluida la fiesta de esta tarde; calculo que mañana ya tendremos el vídeo, así que el lunes podría emitirse.

Asentí.

—Genial. ¿Una vez más?

—Sí, alteza, si no es demasiado pedir.

Respiré hondo y recité de nuevo mi discurso, adoptando la misma pose de antes.

A las nueve y diez, oí que alguien llamaba a mi puerta. Salté de la cama y corrí a abrir. Ahí estaba Kile, apoyado en el marco de la puerta y con mi tiara en la mano.

—Me ha dicho un pajarito que has perdido esto —dijo en broma.

—Anda entra, tonto.

Al entrar en mi dormitorio, miró a su alrededor, como si creyera que se redecoraba la estancia a diario.

—¿Y bien? ¿Me has echado?

Sonreí.

—No, hoy ha sido el turno de Kesley y Holden. Pero no te vayas de la lengua, por favor. No puedo comunicárselo hasta que emitan la fiesta del jardín de esta tarde.

—Ningún problema. De todas formas, ninguno de los dos me dirige la palabra.

—¿Ah, no? —pregunté.

Él me entregó la tiara.

—Me han llegado rumores. Creen que es injusto que participe en la Selección. Y, como era de esperar, vernos besándonos en todas las portadas de las revistas no ha hecho más que consolidar esa opinión.

Coloqué la tiara sobre la estantería, junto a mi colección.

—Mi actuación fue brillante, ¿no crees?

Él se rio entre dientes.

—Ah, por cierto, te he traído otro regalo.

—¡Me encantan los regalos!

—Este lo odiarás, confía en lo que te digo —dijo. Después, se metió la mano en el bolsillo y sacó una corbata hecha una bola—. Imaginé que, si habías tenido un mal día, te encantaría quemarla en el jardín. Desahógate si lo necesitas, pero págalo con algo que, al menos, no llore.



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