La gran ilusión by Stephen Hawking

La gran ilusión by Stephen Hawking

autor:Stephen Hawking [Stephen Hawking]
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9788498929256
editor: Grupo Planeta
publicado: 2015-12-16T16:00:00+00:00


CAMPO Y ÉTER

La onda electromagnética es transversal y se propaga con la velocidad de la luz en el vacío. El hecho de la igualdad de esas velocidades sugiere la existencia de una estrecha relación entre los fenómenos electromagnéticos y la óptica.

Cuando tuvimos que elegir entre la teoría corpuscular y la teoría ondulatoria nos decidimos en favor de esta última. La difracción de la luz fue el argumento más poderoso para tomar esta decisión. No contradecimos ninguna de las explicaciones de los hechos ópticos suponiendo que la onda luminosa es una onda electromagnética. Por el contrario, se pueden deducir aún otras conclusiones adoptando esta hipótesis. Si esto es así, debe existir cierta conexión entre las propiedades ópticas y eléctricas de la materia, que puede ser deducida de la teoría. El hecho de que conclusiones de este tipo hayan podido realmente ser deducidas y que hayan sido confirmadas por la experiencia es una razón de peso en favor de la teoría electromagnética de la luz.

Esta consecuencia importante se debe a la teoría del campo. Dos ramas de la ciencia aparentemente sin relación son abarcadas por una misma teoría. Las mismas ecuaciones de Maxwell contienen la descripción de la inducción electromagnética y de la refracción óptica. Si el objeto de la ciencia es explicar todos los fenómenos acaecidos o que puedan ocurrir con la ayuda de una teoría, entonces la fusión de la óptica y de la electricidad es indudablemente un gran paso hacia delante. Desde el punto de vista físico, la única diferencia entre una onda electromagnética común y una onda luminosa está en su longitud de onda: ésta es muy pequeña para las ondas luminosas y grande para las ondas electromagnéticas ordinarias.

El clásico punto de vista mecanicista trataba de reducir todos los sucesos de la naturaleza a fuerzas que actuaban entre partículas materiales. En este punto de vista mecanicista se basaba la primera e ingenua teoría de los fluidos eléctricos. El campo no existía para el físico de principios del siglo XIX. Para él, tan sólo la sustancia y sus cambios eran lo real. Trató de describir la acción de dos cargas eléctricas sólo con la ayuda de conceptos que se referían directamente a esas dos cargas. El concepto de campo fue, en un principio, sólo un medio para facilitar la explicación de los fenómenos eléctricos desde un punto de vista mecánico. En el nuevo lenguaje del campo, es la descripción del campo entre las cargas, y no las cargas mismas, lo esencial para comprender la acción de las últimas. El valor de los nuevos conceptos se elevó gradualmente, llegando el campo a adquirir primacía sobre la sustancia. Se comprendió que algo de trascendental importancia se había producido en la física. Una nueva realidad fue creada, un concepto nuevo para el cual no había lugar en la descripción mecanicista. Lentamente, y a través de una verdadera lucha, el concepto de campo alcanzó un lugar de privilegio en la física y ha continuado siendo uno de los conceptos básicos de la misma.



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