Judas by Amos Oz

Judas by Amos Oz

autor:Amos Oz [Oz, Amos]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Novela, Histórico, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 2013-12-31T16:00:00+00:00


34

Querido hermano:

Esta noche aquí, en Roma, ha nevado un poco, pero la nieve se ha derretido antes de llegar a las carreteras, a las aceras y a los monumentos. Qué pena. Aún no he visto Roma nevada. No es que camine mucho por la ciudad. Ya llevo tres años y medio aquí y aún no he visto nada. Me paso el día estudiando o en el laboratorio, por la tarde trabajo como ayudante en una farmacia y por las noches, cuatro horas en la oficina de telégrafos. El dinero de esos dos trabajos me llega apenas para pagar la carrera, la habitación compartida con una estudiante nerviosa de Bélgica y una sencilla comida dos veces al día: pan, leche, verduras, espagueti o arroz y una taza de café solo.

Ya sé que tampoco tu vida es fácil desde que papá perdió el juicio contra aquel bastardo y nuestra empresa Gaviota quebró. Lo sé a pesar de que casi no me escribes. Durante los dos últimos meses apenas has escrito dos brevísimas cartas diciendo solamente que has dejado los estudios universitarios y has encontrado trabajo y alojamiento en una vieja casa de Jerusalén. También me contabas en dos líneas lo de la boda de Yardena. La palabra soledad no aparece ni una sola vez en tus cartas, pero cada palabra tuya desprende un olor a soledad. También de pequeño eras siempre un niño singular: te quedabas inmerso en tu colección de sellos o subías tú solo a la azotea y te pasabas horas allí soñando. Llevo años intentando hablar contigo de ti, pero tú te escabulles y empiezas a hablarme de Ben Gurión o de las Cruzadas. Bueno, más que a hablar, a dar una conferencia. Esperaba que Yardena te sacará un poco de tu caparazón. Pero ese caparazón eres tú.

Imagino tu vida en el sótano de alguna casa oscura y a punto de derrumbarse, con tu inválido, que sin duda será un pesado enfermizo y caprichoso, un viejo medio senil que está todo el rato mandándote toda clase de encargos, comprarle sellos, llevarle el periódico o tabaco para su pipa, y tú te pasas casi todas las horas del día sirviéndole (¿de la mañana a la tarde?, ¿o también por las noches?) y, a cambio, él o sus familiares te pagan unos céntimos, porque han tenido la bondad de permitirte vivir en su casa. ¿Al menos no estarás pasando frío en ese invierno jerosolimitano?

Hasta hace algunas semanas, aún tenía la esperanza de que te casases con Yardena, aunque la verdad es que también ella me preocupaba. Una vez, hace dos años, cuando papá aún podía darme dinero para ir de vacaciones a Israel, un día fui a verte a Jerusalén, ¿te acuerdas?, y allí, en la habitación que tenías alquilada en el barrio de Tel Arza, conocí a Yardena. Me pareció completamente distinta a ti, todo lo distinta que puede ser una persona de otra. No precisamente distinta para mal. Tú eres como eres, y ella rebosa alegría, es bulliciosa, casi infantil.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.