Jaque mate by Jostein Gaarder

Jaque mate by Jostein Gaarder

autor:Jostein Gaarder [Gaarder, Jostein]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Relato, Fantástico, Intriga, Juvenil
editor: ePubLibre
publicado: 2005-12-31T16:00:00+00:00


También yo me he comprado un reloj digital. Con horas, minutos, segundos y décimas. Con fecha, mes y día de la semana. Despertador, reloj de parquímetro y cronómetro (dos melodías, «Para Elisa» o «Love Story»). Tiempo alternativo, reloj de 12 o 24 horas. Y luz. En total, 12 funciones.

Por todo eso he pagado 98 coronas. Una ganga, claro, un regalo. Y sin embargo, he empezado a tener dudas. Me siento engañado.

Mi vida ya no es lo que era. ¡La mera palabra «digital» es fría como el acero!

Todo era diferente cuando los relojes no paraban de dar vueltas, sin principio ni fin. La vida era como un eterno carrusel. Luego llegó el recuadro de la fecha, después el del día de la semana… Pero todavía reinaba una armonía cíclica, y sólo tenía que dar cuerda al reloj cada dos días.

Ahora llevo lo que me queda de vida en la muñeca. Todos los segundos y décimas de segundo están programados. Incluso los días bisiestos están controlados en el reloj digital. (Está programado hasta el año 2050, en que yo tendré 98 años.)

Con el reloj digital en la muñeca, me quedo con demasiada frecuencia sentado mirando fijamente el tiempo, mirando ese segundo que inexorablemente se va metiendo en el siguiente.

Me imagino un puntito rotativo que no deja ninguna línea. Me imagino un pájaro que bate sin cesar las alas en su vuelo por el cielo, sin dejar ninguna huella. Me recuerda a la paradoja eleática: una línea es una abstracción. En realidad, es la suma de un número infinito de puntos. Así ocurre también con el tiempo. Así ocurre con todo, pienso. No existe ninguna raya que dure.

Soy testigo de un proceso implacable. Nunca será la misma hora que ayer. Nunca más serán las 22:15:36 del sábado 8 de febrero de 1985. (En Tokio, 06:15:36 del domingo 9 de febrero de 1985.)

El ciclo se ha roto. Se acabaron los tiempos de las repeticiones.

Estoy mirando mi muñeca. Es como un hormiguero. El propio hormiguero está tranquilo; por lo demás, hay un intenso hormigueo. Puede que las horas y los minutos en sí sean más que sólidos. Pero los segundos y las décimas me hacen pensar en átomos y moléculas.

¿Cuántos segundos me quedan de vida? ¿Y cuántas décimas?

Antes también tenía reloj. Pero éste me roba tiempo. Abiertamente, delante de mis ojos. Y sin que nadie proteste.

El reloj digital es un constante recuerdo de que todas las formas flotan. Una cadena montañosa es el chorro de una cascada. Una galaxia es una flameante lengua de llamas. El alma universal es inconstante como una espiral de humo. No es más que una cuestión de precisión del instrumento.

No me acostumbro a ti, acompañante de mi muñeca. Tu verdad es brutal. Vomitas tus segundos como si de una ametralladora se tratara. Y tienes un gran arsenal. La frívola nada.

Tus cifras son las cifras de muertos. Los latidos de tu corazón son fríos como la guadaña.



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