Isla negra by Toni Montserrat

Isla negra by Toni Montserrat

autor:Toni Montserrat
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 978-84-01-03199-1
editor: Penguin Random House Grupo Editorial España
publicado: 2023-05-18T00:00:00+00:00


Guasch permanecía cómodamente sentado en el sillón orejero de la biblioteca de los Lequerica contemplando absorto cómo Lucía hurgaba entre los estantes en busca de un libro que, según le había asegurado, le iba a encantar. Llevaba un vestido rojo holgado que se ajustaba a su cintura estrecha con una cinta del mismo tono y que le llegaba hasta los pies descalzos. La temperatura era agradable, al igual que el olor a códices viejos y leña quemada. Guasch realizaba serios esfuerzos para mantener la compostura y no desviar la mirada más allá de lo que sugería el decoro.

Lucía en persona había abierto la puerta y había esbozado una sonrisa enigmática al verlo allí plantado, consultando la hora.

—¿Todavía no ha entrado y ya anda reloj en mano?

—Tempus fugit, sicut nubes, quasi naves, velut umbra —proclamó Guasch.

—El tiempo se escapa como una nube, como las naves, como una sombra. —Lucía asintió admirada—. No le hacía versado en latín.

—¿Y si le dijera que lo he aprendido con la única intención de impresionarla?

—Le felicitaría por haberlo empleado de la manera apropiada y reconocería que lo ha conseguido.

—¿El qué?

—Impresionarme. —Lucía se hizo a un lado para franquearle el paso—. Aunque para ser honesta le diré que no lo veo persiguiendo asesinos con un libro de latín bajo el brazo.

—Imagina bien. Confieso que he tomado la frase prestada de un familiar.

Lucía ensanchó su sonrisa perenne, pasó delante de él y lo condujo hasta la biblioteca.

Se oyó un ruido de platos procedente de la cocina y Guasch se preguntó si el doctor estaría también en la casa.

—¿Conoce el significado? —preguntó la joven.

Guasch paseó la vista por las estanterías. Daba la sensación de que los libros se habían multiplicado. Un par de pilas se acumulaban junto al escritorio. Lucía tomó asiento en una butaca y le indicó que se sentara en el sillón.

—Y también su moraleja —confirmó Guasch.

—¿Que es…?

—Que el tiempo pasa rápido y que, en la medida de lo posible, hemos de disfrutar de la vida… y del presente.

—Eso decía Horacio, y yo lo he defendido siempre.

—¿Y lo aprovecha?

Lucía hizo un mohín mientras meditaba la respuesta.

—Procuro ser coherente con lo que pienso y con lo que siento… al menos la mayoría de las veces. ¿Y usted?

Guasch evocó su infancia en el palacete del paseo del Obelisco; los baños en la alberca de la finca de la costa valenciana; las largas conversaciones con Diego y sus hermanos en la adolescencia; la alocada época estudiantil… Visto en perspectiva, más allá de los lujos propios de su familia, había tenido una vida privilegiada, además de haber podido decidir su destino.

—Sí, he disfrutado de mi vida. Y lo sigo haciendo en este preciso instante. —Sonrió con malicia y se dijo que quizá la próxima vez debería aguar un poco el vino—. Aunque debo advertirle que no he venido a verla por iniciativa propia, sino siguiendo órdenes explícitas de doña Dolores Ortiz de Zárate, gobernadora de facto de la isla y alcahueta en ciernes.

Guasch le narró el episodio de la comida y Lucía soltó una carcajada cristalina que le recordó a una lluvia fresca de verano.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.