Instinto by Amanda Hocking

Instinto by Amanda Hocking

autor:Amanda Hocking [Hocking, Amanda]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Juvenil, Fantástico
editor: ePubLibre
publicado: 2010-03-27T04:00:00+00:00


12

Dormí trece horas seguidas en el sofá. Lo que me había sucedido con Peter debió de ser el equivalente a una sobredosis de pastillas para dormir.

Me desperecé lentamente, intentando aliviar la tortícolis y los tirones del cuello y la espalda. Milo estaba sentado frente al ordenador y se limitó a sonreír socarronamente al ver mis esfuerzos por tratar de incorporarme.

—Buenos días, el sol ha salido hace un buen rato —canturreó alegremente. Parecía aún más animado que durante la noche.

—Calla —refunfuñé.

Acababa de despertarme y Peter llenaba ya mi agotado y neblinoso cerebro. Como si tuviera resaca, me dolía todo y la cabeza me daba punzadas. Respiré hondo y recordé al instante su olor, a manzanas y a alguna cosa más que no conseguía ubicar.

—¿Qué vas a hacer? —Milo me despertó de mis ensoñaciones. Me miró como si fuera una causa perdida y decidí que tenía que ponerme en marcha.

—Nada —le respondí por decir algo.

Lo primero que hice cuando entré en el cuarto de baño fue buscar el teléfono en el bolsillo. Eran casi las cuatro de la tarde, por lo que era muy posible que Jack ya estuviera despierto. Cerré la puerta y, antes incluso de ir al baño, le escribí un mensaje.

«Necesito verte hoy», le puse, y a partir de ese instante se inició la agonizante espera de respuesta.

Cuando acabé de ducharme seguía sin haberme contestado. Empecé a notar un nudo nervioso en el estómago. A lo mejor había hecho algo mal y nunca jamás volverían a permitirme entrar en aquella casa.

O tal vez fuera que Jack se había cansado de mí. Seguramente estaba cabreado porque había estado tonteando con su hermano. Si yo hubiera estado en el lugar de Jack, me odiaría.

Durante aquella conversación con Ezra habían mencionado que no podían dejarme a solas con Peter. A lo mejor eso significaba que no podría volver a verlos nunca más. Es decir, que de un modo u otro lo había mandado todo a paseo.

No aguantaba más, por lo que tomé la decisión de llamar a Jack y averiguar qué sucedía. Cuando me respondió el buzón de voz y no él, estuve a punto de echarme a llorar.

—Jack, soy yo. Alice. Umm… Sólo quería disculparme por lo de anoche. Sé que… reacciono de forma exagerada a todo, y lo siento de verdad. Sólo que…, en realidad, necesito verte hoy. Tenemos que hablar. De acuerdo…, llámame cuando puedas. Adiós.

Esforzándome por seguir la rutina diaria, conseguí vestirme y maquillarme, pero nada de aquello me parecía real. Era como un cascarón de mí misma dejándose llevar por la inercia. Tenía la cabeza completamente cautivada por el olor de Peter, por su forma de mirarme y por el modo en que mi cuerpo se había sentido atraído hacia él.

Una vez acicalada, me senté de nuevo en el sofá, con la mirada perdida, e intenté pensar qué sería de mí si nunca más volvía a hablar con Peter o con Jack.

—¿Qué te pasa? —Milo continuaba sentado ante el ordenador, pero no podía seguir ignorando mi mirada de zombi.



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