Historias de Reyes y Reinas by Carlos Fisas

Historias de Reyes y Reinas by Carlos Fisas

autor:Carlos Fisas [Fisas, Carlos]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 1992-01-01T05:00:00+00:00


Engendro de iniquidad, Felipe de Austria, hijo del llamado emperador Carlos, quien haciéndose pasar por rey de España sigue las huellas de su padre, rivaliza con él en iniquidad y aun intenta superarle […].

En pleno conflicto con Paulo IV, el pontífice llegó a prohibir que el Viernes Santo se rezara por el rey; con mayor razón se dolía Felipe II de ello a su hermana doña Juana, entonces en la regencia, cuando incluso se rezaba por judíos y herejes[159].

Favorecedor de la Inquisición, el rey estuvo en los Autos de Valladolid, en octubre de 1559; en Toledo en febrero de 1560; en Barcelona en febrero de 1564; y en Lisboa en 1582. Eran obligaciones del oficio de rey, y la primera vez, aquella del 8 de octubre de 1559, según Cabrera, su fidedigno cronista, salió asqueado y de incógnito de la ciudad[160].

Se está terminando de construir el monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Por orden expresa de Felipe II se trasladan a él los cadáveres de su padre y de su madre y sus esposas fallecidas. Cada cadáver acompañado de un duque y un obispo.

Cuando todo parecía tranquilo, el rey Felipe contraía la gripe que por aquel entonces diezmaba poblaciones enteras. La reina también estaba enferma. Felipe, durante su enfermedad, hizo testamento, en el cual disponía un consejo de regencia, pero no dejaba a la reina como gobernadora del reino, según su costumbre. Don Antonio de Padilla, que acompañaba al rey en calidad de letrado, descubrió este pormenor a la reina, la cual se quejó amargamente a Felipe, atribuyendo la disposición a poco amor y estimación.

El rey dio explicaciones que no se sabe si contentaron o no a doña Ana.

Por lo que respecta al delator, el rey lo llamó a su presencia, y una sola mirada y unas pocas palabras de reprensión bastaron para castigar al delator, que murió de pena a los pocos días.

La enfermedad de la reina se agravó y los médicos no supieron encontrar el remedio. La gripe acabó con la vida de doña Ana, que murió el 26 de octubre de 1580 cuando le faltaban seis días para cumplir treinta y un años.

El rey Felipe quedaba viudo por cuarta vez a los cincuenta y tres años de edad, sobreviviendo dieciocho más a su última esposa.

El cuerpo de la reina fue enterrado en El Escorial.

Pero el miedo de quedar sin descendencia masculina en aquellos tiempos de tanta mortalidad infantil hizo pensar a Felipe II en un quinto matrimonio.

En el momento del fallecimiento de la reina vivían cinco hijos del rey: las infantas Isabel Clara Eugenia y Catalina, hijas de Isabel de Valois; el príncipe de Asturias don Diego, y los infantes Felipe y María, hijos de la reina Ana.

En 1582 fallecía su hijo Diego, y ello incitó a Felipe II a programar su quinto enlace, esta vez con la hermana de Ana de Austria, Margarita, que al morir la reina de España tiene trece años; es decir, cuarenta menos que el rey.

Pero este enlace no se celebrará



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