Hechicero by Sebastien de Castell

Hechicero by Sebastien de Castell

autor:Sebastien de Castell
La lengua: spa
Format: epub
editor: Penguin Random House Grupo Editorial España
publicado: 2018-02-28T00:00:00+00:00


24

LA MÁCULA

—¿¡Por qué no me explicas lo que pasa?! —insistí.

Por fin habíamos llegado a mi casa y estábamos al pie de la escalinata, una escalinata compuesta por siete amplios peldaños de mármol. Haber roto la banda del aliento hacía que me sintiera eufórico, pero también me preocupaba el castigo que me esperaba en cuanto cruzara la ancha y alta puerta doble de mi hogar. Había salido de casa de mis padres sin permiso, había liberado a una de las criaturas a las que más miedo tenía mi pueblo y por la que más desprecio sentía, y había pegado a mis compañeros de estudios.

«¿Cuándo te has convertido en tan mal hijo?».

—No sé si las piernas van a sujetarme... —musité.

—Respira hondo tres veces, chico —me recomendó Ferius mientras me dejaba en el suelo.

—¿De qué va a servir eso?

—Evitará que la voz te salga aflautada y temblorosa cuando hables con tus padres.

«Como si eso fuera a ayudarme en algo».

¿Por qué no habría ido a buscar a un guardia nada más ver que Tennat, Panahsi y Nephenia estaban torturando al gato ardilla? De haberlo hecho, habría puesto fin al sufrimiento de la criatura, pero esta no se habría escapado y yo no habría tirado mi vida a la basura. Sentía un nudo en el estómago. En la plaza me había parecido que estaba haciendo lo más conveniente, lo que estaba bien, pero, ahora que tenía que explicárselo a mis padres sin que pareciera que estaba loco, lo que me parecía era que, en efecto, había perdido la cabeza. Los magos no atacan a otros magos para salvar a un monstruo cuyo alimento preferido —según se decía— son los bebés de jan’tep. Sin embargo, si no hubiera salvado al animal, si no me hubiera enfrentado a mis amigos... ¿se me habría iluminado la banda del aliento? ¿Pondrían en la balanza mis padres mis crímenes frente a las recompensas que podrían suponer para nuestra familia?

—Chico, ponte recto —me dijo Ferius en cuanto oyó pasos al otro lado de la puerta. Alguien se acercaba—. Si no puedes ser duro, al menos, parécelo.

Eché los hombros hacia atrás y me sentí como un idiota. El problema de Ferius era que confundía lo importante, como la capacidad para lanzar un hechizo de protección, con lo accesorio, como ponerse recto. ¿Qué más daba que pareciera seguro de mí mismo? Bastante vergüenza suponía ya para mi Casa el hecho de que mi magia no despertara como para que, ahora, encima, hubiera liberado a un nekhek. Aunque Panahsi y Nephenia se ciñeran al relato de Ferius, tal y como nos había recomendado la mujer, Tennat le contaría la verdad a su padre y Ra’meth exigiría que me juzgaran por mis actos. Mi padre, como maestro de magos que era, tendría que humillarse ante el Consejo para pedir que me aligeraran el castigo. Hablar por mí reduciría sus opciones de acceder al principado del clan. Teniendo eso en cuenta, ¿qué iba a importarle a él que se me hubiera iluminado una banda de nada?

Miré



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