Guerra en el club de la miseria: la democracia en lugares peligrosos by Paul Collier

autor:Paul Collier [Collier, Paul]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Política
editor: ePubLibre
publicado: 2009-01-01T00:00:00+00:00

VI

GOLPES DE ESTADO: UN MISIL SIN DIRECCIÓN

El golpe de Estado como herramienta de violencia política desempeña un papel fundamental en este libro. El glamour morboso que comúnmente lleva aparejada la violencia política se ha centrado de manera casi exclusiva en la rebelión, o lucha armada, como la llaman sus partidarios. Las rebeliones deberían pasar a la historia lo más rápido posible porque las consecuencias de la guerra civil son nefastas. Pero los golpes de Estado son otra cosa: el reto no es eliminarlos sino sacarles partido, ya que pueden servir para alcanzar los objetivos que la lucha armada supuestamente perseguía pero rara vez lograba. Ahora bien, tampoco se trata de hacer una loa a los alzamientos, que hasta ahora por lo general han sido terribles. Es hora de analizarlos.

Supongamos que el lector es el presidente de uno de los países del club de la miseria. La vida de los ciudadanos de a pie es dura, pero, por suerte, la gratitud del pueblo le ha permitido llevar al lector una existencia regalada. Los presidentes de los países desarrollados, para hacerse ricos, tienen que esperar a dejar el cargo y escribir una autobiografía que sea un éxito de ventas. Ni siquiera en los países en vías de desarrollo más prósperos el poder político conduce necesariamente a la riqueza: tras muchos años en el poder, Mohamed Muhatir, el expresidente de Malasia, uno de los países que con más éxito han sabido transformarse de todo el planeta, no es un hombre rico. Cuando el presidente Masire de Botsuana, la economía más próspera de África, abandonó el cargo, temió que lo declarasen en bancarrota. En cambio, en las sociedades del club de la miseria, los líderes políticos ostentan una larga tradición de enriquecimiento en el ejercicio del cargo. La pérdida del poder, lejos de brindar la posibilidad de embarcarse en una gira para promocionar un libro de memorias, se antoja escalofriante. Este miedo a perder la poltrona resulta tan evidente que un altruista empresario africano llamado Mo Ibrahim acaba de crear un premio de cinco millones de dólares para los presidentes africanos que dejen voluntariamente el cargo. Es muy probable que, con el tiempo, la idea de Ibrahim termine propiciando un cambio de actitud.

Como recordará el lector, casi todos los presidentes han aprendido a convivir con la amenaza de las elecciones. Lo que mantiene a los presidentes con el corazón en un puño no es la perspectiva de tener que enfrentarse al electorado cada pocos años. Por irónico que resulte, el origen de su angustia es el mismísimo sistema que supuestamente debe garantizar la seguridad del país: los presidentes tienen miedo de que su propio Ejército dé un golpe de Estado. Desde la independencia, África ha experimentado un promedio anual de unos dos pronunciamientos consumados con éxito. A diferencia de las elecciones, los golpes de Estado pueden ocurrir en cualquier momento. Si llegan a buen puerto, puede que al presidente no le dé tiempo a escapar. Los líderes golpistas que derrocaron al presidente liberiano Doe no solo lo torturaron hasta la muerte, sino que filmaron el suplicio.

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