Franquismo S. A. by Antonio Maestre

Franquismo S. A. by Antonio Maestre

autor:Antonio Maestre [Maestre, Antonio]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 2019-10-27T16:00:00+00:00


8. La banca custodia el botín de la cruzada

Somos el soporte en el que ha de descansar, al lado de la victoria militar, la victoria económica que España ha comenzado a obtener, anhela y necesita.

Antonio Goicoechea, gobernador del Banco de España en 1938.

La economía suele marchar de manera aceptable en los regímenes fascistas que respetan la propiedad privada de los suyos mientras expolian a los que ha señalado con la marca de la infamia. Un entorno tremendamente apetecible para bancos y familias ilustres de banqueros. Cuando las reglas del mercado se pueden retorcer y disponer a discreción, es fácil que todo vaya muy bien para los que han sabido jugar sus cartas en una dictadura. El nacionalsocialismo logró aumentar un 9 por 100 los ingresos adicionales de una forma muy imaginativa, de la que también sacaron rédito los bancos que se acercaron al Reich. En el año 1938 las finanzas del gobierno de Adolf Hitler estaban en una situación catastrófica, así que idearon una solución creativa para llenar las arcas del Reich: la desjudaización de la economía alemana. Para ello instauraron la «penitencia de los judíos», que era la obligación de inscribir todo el patrimonio por encima de 5000 reichsmarks de toda la población hebrea para facilitar su incautación y expropiación. Para facilitar el proceso, se celebró una reunión el 14 de noviembre de 1938 en el Departamento de Crédito del Ministerio de Economía del Reich con los presidentes de los cinco grandes bancos de Berlín: Deutsche Bank, Dresdner Bank, Commerzbank, Reichskredit-Gesellschaft y Berliner Handel-Gesellschaft. Algunos aún sonarán. El motivo de la reunión era anticipar al Estado fondos que se avalarían con el patrimonio expoliado a los judíos. Una colaboración cómplice que incluso fue más allá en el caso del Deutsche Bank, pues llegó al extremo de aprovechar la coyuntura para cobrar a sus clientes judíos una comisión por la transferencia de los fondos.

No hay constancia de que en España se produjera una reunión similar. No hubo necesidad. El expolio fue mucho más descarnado, al no tener que ocultarse en imaginativas leyes antisemitas como en los primeros años del nazismo antes de despertar a la bestia. La banca patria no necesitó cobrar jugosos porcentajes a los rojos, se quedaron con todo. La proximidad y complicidad de la gran banca española actuó de manera similar a la alemana, simplemente diferenciada en nombres mucho más reconocibles para nuestros oídos. Además, la banca era uno de los sectores estratégicos tan necesarios para levantar el país tras una encarnizada guerra. Rafael Chirbes, en La larga marcha, lo explicaba de manera sintética y concreta: «Esa gigantesca tarea de reconstrucción del país exigía esfuerzos, capitales, empresarios, intermediarios. Y la necesidad hacía brotar iniciativas, sociedades en las que participaban hombres de negocios, pero también, moviendo los complicados hilos del tapete del poder recién instaurado, los políticos del nuevo régimen y los militares. Bastaba con asociarse con la persona apropiada que podía conseguir el permiso correspondiente, decir la palabra oportuna ante alguien, o mantener el silencio interesado ante algo».



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