Fernando VII, El Rey Felon by Enrique Gonzalez Duro

Fernando VII, El Rey Felon by Enrique Gonzalez Duro

autor:Enrique Gonzalez Duro [Duro, Enrique Gonzalez]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Historia
ISBN: 9788496511019
editor: Oberon
publicado: 0101-01-01T00:00:00+00:00


La Guerra de la Independencia

Durante los meses de mayo y junio de 1808, cuando los levantamientos populares contra los franceses se sucedían en las provincias españolas 1 ocupadas por las tropas imperiales, los capitanes generales y las audiencias hubieron de tomar posición ante la impotencia y la pasividad de los poderes centrales (la Junta Suprema de Gobierno, el Consejo de Castillas, etc. claramente colaboracionistas. Debían recabar la soberanía vacante desde partida de Fernando VII y, por otra parte, tenían que hacer frente a las exigencias populares de iniciar las hostilidades contra los franceses. En muchos casos trataron de rehusar esas exigencias, pidieron instrucciones Consejo de Castilla e incluso pidieron refuerzos militares para apagar la insurrección popular que se generalizaba de un modo más o menos espontaneo, a partir de la proclama del alcalde de Móstoles del 2 de mayo de 1808. Pero fue más o menos inevitable que se formaran juntas locales o provinciales (Oviedo, Valladolid, Badajoz, Valencia, Cataluña, Zaragoza, Sevilla, Murcia, Cartagena, La Coruña, Zamora, Cádiz, Jaén, Granada, Mallare etcétera), que se hicieron cargo del poder y declararon la guerra a los franceses. A principios de junio, la situación en la España no ocupada era la siguiente: había dos capitanes generales —Castaños y Palafox—, que tenían en sus manos todo el poder en sus demarcaciones, y trece Juntas Supremas que funcionaban con una dirección colegiada de las que dependían infinidad de juntas locales o de armamento. Las componían gentes ilustradas, y se ocuparon de reorganizar el ejército, poniéndolo en manos de generales responsables; estimularon el alistamiento de voluntarios y pidieron ayuda económica y militar a los ingleses. Funcionaban de un modo autónomo, pero a partir de la batalla de Bailén se hicieron conscientes de la necesidad de unirse, y el 25 de septiembre de 1808 se creó la Junta Central Suprema y Gubernativa del Reino, presidida inicialmente por Floridablanca y con sede en Aranjuez.

Al comienzo de las hostilidades, los franceses sumaban algo más de 110.000 hombres en toda la península, los que, al mando del general Murat, se agrupaban en cinco cuerpos de ejércitos, situados en torno a Lisboa, Toledo, Madrid, Vitoria y Barcelona. Frente a estas tropas aguerridas y experimentadas, el ejército español contaban con 100.000 hombres encuadrados en tropas regulares y otros 30.000 organizados en milicias urbanas, pero estaba mal organizado, disponía de escasos recursos y era muy poco eficaz. De modo que la superioridad de los franceses era indiscutible, pero tras el levantamiento general, sus cuerpos de ejército quedaron aislados entre sí y perdieron operatividad y movilidad, aunque Murat pensó que dispersar y exterminar a las desorganizadas fuerzas españolas era una tarea fácil, y pretendió ocupar toda la península desplegando sus tropas en abanico desde Madrid y Vitoria. El movimiento de las tropas francesas comenzó el 24 de mayo, cuando el general Dupont inició su marcha hacia el sur, seguido el 4 de junio por el general Mencey, que debía llegar hasta Valencia. Casi simultáneamente Béssieres destacó cuatro columnas, dos hacia el valle del Ebro y otras dos hacía Valladolid y Santander.



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