Fatal (Spanish Edition) by Unrein Carolina

autor:Unrein, Carolina [Unrein, Carolina]
La lengua: spa
Format: epub
editor: Grupo Planeta - Argentina
publicado: 2020-02-06T00:00:00+00:00

Dos días antes

Dormimos bien a la noche y salimos tranqui a la mañana. Bah, mis papás durmieron, yo solo pegué un ojo por un par de horas y fue todo lo que pude hacer. No nos levantamos tan temprano, no había apuro, así que desayunamos y recién a las diez partimos para La Plata.

Tuve que hacer dieta líquida los días previos y no iba a ingerir nada sólido durante la internación, así que paramos en una estación de servicio para que mis papás almorzaran y yo tomé un cafecito con leche, que llené de azúcar con ternura y bebí como si fuera el mejor café de mi vida. A la tardecita llegamos al hotel y a la noche cené un helado.

Al día siguiente me internaban; era muy fuerte que esto estuviera sucediendo en la misma ciudad donde vivía Matías. El universo no es casual.

Tenía que estar en el sanatorio a las diez, así que nos levantamos cerca de las nueve y fuimos para allá. Nos perdimos un poco a pesar del GPS, pero llegamos bien. La Plata es un poco confusa para quien no está acostumbrado. Cuando llegué, me llevaron a una oficina donde me hicieron firmar un papel en el que confirmaba que

estaba segura de lo que estaba haciendo y que no los iba a demandar ni a responsabilizar por nada. Mi papá también preguntó si él tenía que firmar, pero no, yo ya era mayor de edad, con mi firma alcanzaba.

Nos llevaron a una habitación donde me sacaron un poco de sangre para hacerme los estudios. Horas después me vinieron a poner el suero y me trajeron el almuerzo: un caldito de zapallo y una gelatina; esa iba a ser mi única comida durante los siguientes seis días. Después me trajeron un laxante asqueroso rebajado con agua que me tenía que tomar de a poquito hasta el final del día, pero no lo pude terminar. No tenía un sabor en particular, solo dejaba una sensación espantosa en la boca y ni haciendo todo el esfuerzo del mundo para tragarlo todo de una se podía pasar.

Mamá y papá me tuvieron a mate toda la tarde hasta las seis. A partir de ese momento ya no podía ingerir nada. Entre ida y venida del baño (y mucha expulsión de caca líquida), se hizo de noche, y en algún momento me dormí. Mami se quedó a dormir conmigo en el sillón roto que había en la habitación y papi se fue al hotel. Al otro día llegó a las cinco y media de la mañana, porque no podía seguir durmiendo más de los nervios que tenía, y entre las seis y las siete empezó a llegar gente. No recuerdo bien el orden, pero en un momento aparecieron Bustos y Fidalgo, los dos cirujanos principales, para avisarme que lo que estaba por suceder, iba a pasar. Llegaron también unas enfermeras que me dieron una bata y un líquido desinfectante que no recuerdo bien qué era, que también tenía que rebajar con agua y con el que me tenía que pegar una ducha.

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