Entre tonos de gris by Ruta Sepetys

Entre tonos de gris by Ruta Sepetys

autor:Ruta Sepetys [Sepetys, Ruta]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Novela, Drama
editor: ePubLibre
publicado: 2011-01-01T05:00:00+00:00


45

Avancé entre las cabañas en la oscuridad, camino del edificio del NKVD que se encontraba en la parte de atrás del campo de trabajo. Oí un murmullo de voces a través de las paredes. Avancé más deprisa entre los árboles, acariciando en mi bolsillo los cigarrillos y la pluma, como si de un tesoro se tratara. Me detuve detrás de un árbol. Las cabañas del NKVD parecían hoteles comparadas con nuestras chozas. Unos faroles de queroseno emitían una luz brillante. En el porche, había un grupo de agentes, estaban sentados jugando a las cartas y bebiendo por turnos de una petaca.

Me escabullí entre las sombras hasta alcanzar la parte trasera de la cabaña. Oí algo que me pareció un sollozo, así como murmullos en lituano. Doblé la esquina. La señora Arvydas estaba sentada sobre una caja, y sus hombros se movían al compás de sus sollozos ahogados. Andrius estaba de rodillas delante de ella y le cogía las manos. Me acerqué un poquito más. De pronto, Andrius levantó la cabeza.

—¿Qué quieres, Lina? —me dijo.

—Yo… Señora Arvydas, ¿se encuentra bien? —Esta apartó la mirada de mí.

—Vete, Lina —me ordenó Andrius.

—¿Puedo ayudar de alguna manera? —pregunté.

—No.

—¿Hay algo que pueda hacer? —insistí.

—¡He dicho que te vayas! —Andrius se levantó y se puso delante de mí. Yo me quedé donde estaba, sin moverme.

—He venido a traerte esto… —Me llevé la mano al bolsillo para sacar los cigarrillos.

La señora Arvydas volvió la cabeza hacia mí. Se le había corrido el maquillaje de los ojos y rodaba sobre una herida hinchada y sanguinolenta que ardía en su mejilla.

¿Qué le habían hecho? Sentí que los cigarrillos se hacían pedazos entre mis dedos. Andrius me miró fijamente.

—Lo siento. —Se me quebró la voz—. Lo siento de verdad. —Me volví rápidamente y eché a correr. Mi cabeza se llenó de imágenes, gritaban dentro de mí entre manchas de sangre, distorsionadas por la velocidad de mi carrera: Ulyushka sonriendo con sus dientes amarillos; Ona tirada en el suelo, muerta, con un ojo abierto; el guardia acercándose a mí, exhalando una bocanada de humo entre los labios apretados—. Basta, Lina. —El rostro magullado de papá mirándome por el agujero en el vagón; cadáveres junto a las vías del tren; el comandante extendiendo la mano para tocarme el pecho—. ¡BASTA!. —Pero no podía detener ese aluvión de imágenes.

Volví corriendo a nuestra choza.

—Lina ¿qué ocurre? —me preguntó Jonas.

—¡Nada!

Me puse a recorrer la cabaña de un lado a otro. Odiaba ese campo de trabajo. ¿Por qué estábamos allí? Odiaba al comandante. Odiaba a Kretzsky. Ulyushka se quejó y me ordenó que me sentara.

—¡CIERRA LA BOCA, BRUJA! —grité.

Me puse a rebuscar en mi maleta. Mi mano chocó contra la piedra de Andrius. La cogí. Pensé en tirársela a Ulyushka. En lugar de eso, traté de aplastarla entre mis dedos. No tenía fuerza suficiente. Me la guardé en el bolsillo y cogí el papel de dibujo.

Todavía había un poco de luz en la parte trasera de la choza. Sostuve la pluma robada sobre el papel. Mi mano empezó a moverse, dibujando cortos trazos que rasgaban la hoja.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.