El secreto desvelado by Janeth G. S

El secreto desvelado by Janeth G. S

autor:Janeth G. S.
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romántico, Juvenil, Novela, Intriga
publicado: 2017-05-10T22:00:00+00:00


Capítulo 12

Tres segundos…

Dos segundos…

«Suéltalo y corre».

Alex se apartó de mí y me dio la llave en la mano. Entonces, me empujó hacia la salida.

—Te quiero, Hannah. Pero debes irte ya —dijo, y, poco a poco, comenzó a desvanecerse.

Salí de la habitación. Alex no apartaba la vista de mí.

De repente, se oyó un disparo, y cerró la puerta de su cuarto de golpe. Me agaché con rapidez para no recibir el impacto, aunque, por suerte, la bala quedó dentro de la gruesa puerta de madera. Alex me había salvado la vida. Sentí un dolor terrible en el estómago y en las piernas. La cabeza me daba vueltas y vueltas, y parecía que allí no había nadie.

Estaba detenida frente a la puerta del dormitorio de Alex, sin saber qué hacer, cuando sentí un hormigueo por todo el cuerpo.

No pude evitarlo y una lágrima se deslizó por la mejilla derecha. Me la sequé de inmediato e hice lo que Alex habría querido que hiciera.

Miré hacia las habitaciones que había junto a la de Alex, en especial a la de Anna. Sabía que entre su habitación y la de Alex solo había una, así que, cuando llegué a la puerta, me detuve e intenté idear un plan. Si había alguien dentro, lo más probable es que llevara un arma, así que yo también necesitaba una. Y sabía perfectamente dónde encontrarla.

En el cuarto de Eric.

Sabía que tenía un arma. Cuando Sarah intentó matarme, Eric disparó a los neumáticos con una pistola para evitar que me atropellara.

Apreté la llave en la mano y tomé una lámpara que había sobre una de las mesitas del pasillo. Me serviría para defenderme mientras bajaba por las escaleras.

Desenchufé la lámpara blanca de cristal con sigilo y avancé hacia las escaleras. Mis pasos eran lentos y calculados. Cada vez que avanzaba veinte centímetros me detenía y agudizaba el oído para intentar escuchar cualquier sonido procedente de la planta baja, aunque lo único que se oía en la mansión era mi respiración agitada. Al no ver ni oír nada en ninguna de las habitaciones de camino a las escaleras, apresuré el paso.

Traté de no pensar en Alex, porque eso solo me distraería, y no podía permitirme hacer alguna tontería. Me enjugué las mejillas y me di cuenta de que la llave se había manchado de sangre. Me apreté la palma con el vestido para intentar detener la hemorragia. Al parecer, en algún momento, mi herida había vuelto a sangrar. La tela no tardó en mancharse.

Y entonces, lo hice. Me olvidé de él, evité pensar en cualquier cosa relacionada con Alex. Ahora solo me importaban Anna y los Crowell. Me importaba descubrir quién era el asesino.

Con la lámpara en las manos, bajé las escaleras tan rápido como pude. Sentía la adrenalina correr por mis venas mientras me ocultaba entre las sombras, corriendo para ayudar a la familia Crowell. Sin embargo, debía admitir que estaba asustada.

Bajé los escalones de dos en dos, aunque el pasillo estaba oscuro y a duras penas se veían los escalones.



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