El secreto del Obispo by Jordi Díez

El secreto del Obispo by Jordi Díez

autor:Jordi Díez [Díez, Jordi]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2019-12-18T00:00:00+00:00


Día sexto. Sábado.

Guarionex despertó con un fuerte dolor de cabeza. No recordaba muy bien cómo había llegado a su casa, pero allí estaba, vestido sobre la hamaca. El brazo rivalizaba con la cabeza y un fuerte dolor muscular se extendía desde el bíceps al hombro pasando por una buena parte de la espalda. La última imagen que le vino a la memoria fue la de un billar y unas botellas de romo. Tragó saliva y el paladar, áspero como un bloque de concreto, se lo confirmó.

Bajó con cuidado de la hamaca y se estiró para comprobar cuántos músculos le funcionaban todavía. Una descarga de aguijonazos como si hubiera pasado la noche chichando con un cactus le recordó lo jodido que andaba. Maldijo en voz alta y comprobó que la lengua parecía haberse curado gracias a un empaste de romo, grasa, aliento fétido y cerveza.

Se desvistió dejando caer la ropa contra el suelo y el ruido de su pistola al golpear sobre el piso lo tranquilizó. Por lo menos con el jumo no había perdido el arma. No tuvo la misma fortuna con el teléfono y se metió en la ducha.

Había sido un día intenso. La memoria de la charla con el obispo le vino a la cabeza como una guillotina a la de los reyes franceses, ¿por qué vaina le había explicado toda su vida a aquel tipo? ¿Por qué la Iglesia había mandado a un solo hombre a buscar algo de tanto valor? No tenía sentido. Nada lo tenía. Un maldito abusador se había muerto después de tener relaciones con menores y en lugar de sacarlo en una ambulancia, alguien se había entretenido en desplumarlo y meterlo en un hoyo en la playa. Otro tipo, el panameño, que había venido a comprar dos millones por quinientos mil y se había ido con el rabo entre las piernas y la mitad de los huesos tronchados. La italiana, a la que pensaba que no volvería a ver en su vida, escondiendo al tipo que le había dado una paliza, y por si fuera poco, la única persona que podía tener algo de información sobre las joyas y el dinero, estaba desaparecida. Demasiado pollo para tan poco arroz.

Coló café y tomó dos tazas. Después bajó al coche, que parecía que hubiera aterrizado en lugar de haber sido aparcado, y encontró el teléfono metido entre los dos asientos. Lo agarró, subió de nuevo a su habitación y marcó el número de monseñor.

—Buenos días, inspector. Espero que esté más recuperado —lo saludó el eclesiástico.

—¿Por qué nadie más anda buscando las joyas? —preguntó Guarionex.

Se hizo un pequeño silencio antes de que monseñor respondiera.

—Ya le dije que su origen no es público, por eso no podemos hacer tampoco evidente su búsqueda.

—¿A quién se las robó el americano? —preguntó de nuevo Guarionex.

—Me sorprende que una persona de sus habilidades no recuerde que ya conversamos este punto. Nos las robó a nosotros.

—Y ustedes, ¿a quién se las robaron?

El silencio se estiró por varios segundos.

—Mejor si retomamos esta conversación cara a cara, no le parece, inspector.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.