El roce del tiempo by Martin Amis

El roce del tiempo by Martin Amis

autor:Martin Amis [Amis, Martin]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 2017-10-09T16:00:00+00:00


The Guardian, 2009

EL PRIMER BALLARD: «EL MUNDO SUMERGIDO»

¿Es la presciencia una virtud literaria? ¿Y debería la obra de J. G. Ballard elogiarse especialmente (como algunos críticos mantienen) por la «misteriosa» precisión de sus predicciones? La respuesta a ambas preguntas, sugiero, ha de ser un risueño «no».

Es sobradamente conocido que en La exhibición de atrocidades (1970). Ballard predijo la llegada a la presidencia de Ronald Reagan. En Hola, América (1981), sin embargo, aventuró la evacuación total de Estados Unidos para 1990. Los cataclismos meteorológicos vislumbrados en sus cuatro primeras novelas siguen pareciéndonos verosímiles. Pero la crisis social que barrunta en sus cuatro últimas novelas —violenta y generalizada anomia causada por un hartazgo de ocio y de riqueza— se nos antoja hoy de una verosimilitud remota.

Así que he aquí una profecía: la adivinación en la narrativa será siempre irremediablemente azarosa. El desarrollo de los acontecimientos mundiales es en sí mismo azaroso (y, por tanto, antiestético) y, en cierto sentido, «el futuro» viene determinado por su enrevesada inescrutabilidad. Además, el arte de la narrativa debe lealtad a una musa, una diosa tan pura como sus nueve hermanas, y no a ninguna bulliciosa Madame Sosostris (la «famosa clarividente» de Eliot, con su «perversa baraja»). Sin embargo, hay ciertos escritores cuyo poder visionario no depende de la corroboración de meras consecuencias, escritores que parecen capaces de percibir, y utilizar, el «rumor del mundo» respecto del «futuro inmediato». La primera cita es de Don DeLillo, uno de ellos; la segunda es de James Graham Ballard (1930-2009), que es otro.

Ballard vislumbró el cambio climático provocado por el hombre no en El mundo sumergido (1962) sino en La sequía (1964). En esta novela (titulada originalmente El mundo en llamas), los desechos industriales han espesado el manto de los océanos y destruido el ciclo de las precipitaciones, transformando el planeta en una tierra baldía de polvo y fuego. En El mundo sumergido, la catástrofe ecológica tiene una serie de causas completamente diferente. La temperatura media en el ecuador es de 80 grados centígrados y sigue aumentando; los casquetes polares y el permafrost se han deshelado; Europa es «un sistema de lagunas gigantescas»; el Medio Oeste norteamericano es «un enorme golfo que se abre a la bahía de Hudson», y la población global (reducida a cinco millones de personas) se apiña entre los círculos polares Ártico y Antártico (donde los termómetros, de momento, registran unos «agradables» 30 grados centígrados). ¿Y cómo se ha llegado a esto? Por la inestabilidad solar, pura y simple, sin ayuda alguna del Homo sapiens. Así pues, gracias a esta sola novela, Ballard pudo sumar discretamente su voz al debate republicano actual del calentamiento global, ligeramente a la izquierda de Rick Perry y Michele Bachmann, muy cierto, pero ligeramente a la derecha de Mitt Romney.

No debemos temer tamaña ironía: de hecho, nos permite acelerar hacia cuestiones más centrales. Como hombre (y como buen ecologista), Ballard está naturalmente del lado de los ángeles, pero, como artista, se alinea incondicionalmente con el diablo. Ama las selvas viscosas de



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