El origen del hombre by Charles Darwin

El origen del hombre by Charles Darwin

autor:Charles Darwin [Darwin, Charles]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Referencia, Ciencias naturales
editor: ePubLibre
publicado: 1870-12-31T16:00:00+00:00


Selección natural

Hemos visto ya que el hombre varía por el cuerpo y el espíritu, y que tales variaciones son provocadas directa o indirectamente por las mismas causas generales y según las mismas leyes que rigen para con los animales inferiores. Extensamente esparcido el hombre por la superficie de la tierra, en sus incesantes emigraciones ha de haberse hallado expuesto a las más distintas condiciones. Los habitantes de la Tierra de Fuego, del Cabo de Buena Esperanza y de la Tasmania, en uno de los hemisferios, y los de las regiones árticas en el otro, deben haber pasado por muchos climas y modificado muchas veces sus costumbres antes de fijarse en sus actuales países. Los primeros antecesores del hombre, como todos los demás animales, tenderían a multiplicarse mucho más de lo que permitían sus medios de subsistencia; estarían expuestos ocasionalmente a una lucha para la existencia, y, por consiguiente, hallaríanse sujetos a la inflexible ley de la selección natural. Variaciones ventajosas de todos géneros habrán sido de este modo, accidental o habitualmente conservadas, a la par que eliminadas las perjudiciales. No me refiero con esto a las pronunciadas desviaciones de conformación que sólo aparecen a largos intervalos, sino sólo a las diferencias individuales. Sabemos, por ejemplo, que los músculos que provocan los movimientos de nuestras manos y de nuestros pies están sujetos, como los de los animales inferiores, a una gran variabilidad. Si los antecesores simianos del hombre (habitando una región cualquiera, y estando en camino de cambiar sus condiciones) hubiesen estado divididos en dos grupos iguales, el grupo que contendría todos los individuos más aptos, por su organización motriz, para procurarse la subsistencia o para defenderse, suministraría un promedio mayor de sobrevivientes y produciría más descendientes que el otro grupo menos favorecido.

Aún en el estado más imperfecto en que exista actualmente, el hombre es la forma animal más preponderante que ha aparecido en la tierra. Se ha esparcido con mucha mayor profusión que otro tipo alguno de organización elevada; todos le han cedido el paso. Debe evidentemente el hombre esta inmensa superioridad a sus facultades intelectuales, a sus hábitos sociales que le conducen a ayudar y a defender a sus semejantes y a su conformación corporal. La suprema importancia de estos caracteres está probada por el resultado final del combate por la existencia. Por la fuerza de su inteligencia ha desarrollado el lenguaje articulado, que ha llegado a ser el agente principal de su sorprendente progreso. Ha inventado diversas armas, herramientas, lazos, etc. Ha construido balsas o embarcaciones con las que ha podido dedicarse a la pesca y pasar de una isla a otra vecina más fértil. Ha descubierto el arte de encender fuego, y con su ayuda ha podido hacer comestibles y digeribles raíces duras y estoposas, logrando también cocer plantas, que, venenosas crudas, cocidas han sido inofensivas. El descubrimiento de aquel arte, el mayor tal vez después del lenguaje data de una época muy inferior a los primeros albores de la historia. Tan diversas invenciones, que habían hecho



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