El motel del voyeur by Gay Talese

El motel del voyeur by Gay Talese

autor:Gay Talese [Talese, Gay]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Comunicación
editor: ePubLibre
publicado: 2016-01-01T05:00:00+00:00


Se han registrado un varón blanco y una mujer blanca «de casquete rápido» en la habitación 9. Él era un oficinista de unos 40 años, de 1,75 y 70 kilos, aspecto corriente; ella rondaba los 25 y medía más o menos 1,60, atractiva.

Tras entrar en la habitación, el varón de inmediato comenzó a negociar un trato para obtener placer sexual. Le había ofrecido 25 dólares por tener sexo oral y coito, pero ella le dijo: «Dame 45 dólares y te haré la mejor mamada de tu vida. Soy una experta».

Al final él estuvo de acuerdo y le dio el dinero.

«Quítate la ropa y ponte cómodo», dijo la mujer.

Cuando él se hubo quitado la ropa, ella le dijo: «Necesito una Coca-Cola para aclararme la garganta cuando trabajo. ¿Tienes cambio para la máquina?».

«Yo te traeré la Coca-Cola», dijo él; pero la mujer contestó: «Oh, no, ya te has desvestido. Voy a buscarla y vuelvo enseguida».

La mujer cogió las monedas y salió del cuarto. Cuando ella se hubo marchado el hombre comenzó a jugar con su pene con intención de conseguir una erección. Pasaron unos diez minutos, y él seguía esperando y jugando con su miembro.

Al final el hombre se puso en pie, miró por la ventana y dijo: «Menuda cabrona…, ¡la muy puta se ha ido!».

Se puso la ropa a toda prisa y salió de la habitación del motel. Inmediatamente bajé de la plataforma de observación para ver qué estaba ocurriendo. Pero no le vi y regresé a la oficina.

Unos quince minutos más tarde, lo vi regresar a la habitación 9. Volví a la plataforma de observación y vi cómo se quitaba otra vez la ropa; ahora se le veía muy disgustado. Tenía entre manos una revista pornográfica, y estaba recostado en la cama, y entonces empezó a masturbarse y al final eyaculó sobre la foto de una modelo desnuda. Luego arrancó la foto de la revista y la tiró por el váter.

Conclusión: Por desgracia para él, la mujer que le había acompañado no era una prostituta, sino una artista del timo. Las prostitutas casi nunca, o nunca, utilizan tácticas de timadora. He visto a muchas fulanas con sus clientes, y casi siempre juegan limpio y llevan a cabo el servicio acordado. El hombre debería haberse dado cuenta de lo que pretendía la mujer cuando ella se quedó con los 45 dólares y lo dejó solo en la habitación con la excusa de que iba a buscar una Coca-Cola.



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