El factor humano by Graham Greene

El factor humano by Graham Greene

autor:Graham Greene [Greene, Graham]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga, Psicológico
editor: ePubLibre
publicado: 1978-01-01T05:00:00+00:00


2

—No esperaba que ocurriera esto —les dijo el doctor Percival.

A Castle le pareció una frase extrañamente indiferente, una frase tan fría como el pobre cuerpo que yacía sobre la cama, con su arrugado pijama. La chaqueta estaba totalmente abierta, descubriendo el pecho desnudo, donde mucho antes, sin duda, habían buscado en vano el indicio de un latido. Hasta ese momento, Castle se había sentido cautivado por la simpatía del doctor Percival, pero esa simpatía se quedó como congelada en presencia de la muerte. Había una incongruente nota de azorada disculpa en las extrañas palabras que acababa de musitar.

Este repentino cambio había golpeado a Castle, como un choque, cuando se encontró de pie en aquella desordenada habitación, después del bullicio de las voces de los invitados desconocidos, de las bandadas de lechuzas de porcelana y de la explosión de los descorches de champaña en casa de la señora Daintry. El doctor Percival guardó de nuevo silencio, después de su infortunada frase, y tampoco ninguno de los presentes abrió la boca. Permanecía junto a la cama casi como si estuviera exponiendo un cuadro ante un par de críticos exigentes y aguardara temeroso el juicio de éstos. Daintry también guardaba silencio. Parecía contentarse con observar al doctor Percival, como si fuese éste el que hubiera de explicar el obvio error que se esperaba encontrara él en la pintura.

Castle sintió necesidad de romper el largo silencio:

—¿Quiénes son esos hombres que están en el salón? ¿Qué están haciendo aquí?

El doctor Percival se alejó de mala gana de la cama.

—¿Qué hombres? ¡Ah, ésos! Pedí a la sección especial que echara un vistazo.

—¿Por qué? ¿Cree que le mataron?

—No, no. Claro que no. Nada de eso. Tenía el hígado en un estado lamentable. Hace unos días le hicimos una radiografía.

—Entonces, ¿por qué dijo que no esperaba…?

—No esperaba que las cosas evolucionaran tan rápidamente.

—Supongo que le harán la autopsia, ¿no?

—Naturalmente, naturalmente.

Los «naturalmente» se multiplicaron como moscas alrededor del cadáver.

Castle volvió al salón. Sobre la mesa baja había una botella de whisky, un vaso sucio y un ejemplar de Playboy.

—Le dije que tenía que dejar la bebida —afirmó el doctor Percival—. No me hizo caso.

Había dos hombres en el salón. Uno de ellos recogió el Playboy y agitó y sacudió las páginas. El otro revisaba los cajones del escritorio. Éste le dijo a su compañero:

—Aquí está su libreta de direcciones. Será mejor que verifiques los nombres. Comprueba los números de teléfono en el caso de que no correspondan.

—Sigo sin comprender lo que buscan —insistió Castle.

—Es sólo un control de seguridad —explicó el doctor Percival—. Intenté dar con usted, Daintry, porque en realidad es asunto suyo. Pero por lo que me dijeron se encontraba usted en no sé qué boda.

—Sí.

—Parece que últimamente hubo alguna negligencia en la oficina. C está ausente, pero seguramente habría querido que nos aseguráramos de que este pobre muchacho no dejó nada suelto.

—¿Como, por ejemplo, números de teléfono adjudicados a nombres que no corresponden? —inquirió Castle—. Yo no llamaría precisamente negligencia a eso.

—Estos hombres siguen siempre una cierta rutina.



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