Discursos I-XI by Dión de Prusa

Discursos I-XI by Dión de Prusa

autor:Dión de Prusa [de Prusa, Dión]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Filosofía
editor: ePubLibre
publicado: 0090-01-01T00:00:00+00:00


Y concédase que los pretendientes fueran tales, a causa 84 de una maldad de especie distinta; pero dice Homero que ni siquiera Penélope, aunque era una mujer buena y con mucho agrado, dialogaba con Odiseo ni le preguntaba acerca de su esposo, tampoco ella le dio un manto a él, sentado en cueros frente a ella; al contrario, únicamente le promete que se lo dará, si comprueba que dice la verdad sobre el regreso de Odiseo, porque aseguraba que llegaría aquel 85 mismo mes[46]. Y, más adelante, cuando Odiseo le pide el arco, mientras los pretendientes por no poder tensarlo se indignaban contra él porque osaba competir con ellos en la prueba de valor[47], Penélope ordena que se le entregue: pues él no tenía en sus cálculos la boda; pero si, por azar, lograba tensar el arco y hacer pasar las flechas a través de las segures, le promete que le dará una túnica, un manto 86 y unas sandalias; como si fuera necesario que él tensara aquel arco de Eurito y se convirtiera en enemigo de tantos jóvenes, e incluso que, quizás, muriese al instante a manos de ellos, si quería obtener la ropa y el calzado, o que Odiseo, quien no había dado señales en parte alguna durante veinte años, regresara para confirmar sus palabras, y esto en el plazo señalado; en caso contrario, él se marcharía con los mismos harapos, lejos de la casa de la prudente y honrada princesa hija de Icario.

87 También Telémaco dice al porquero prácticamente las mismas cosas acerca de Odiseo, cuando ordena que lo envíe cuanto antes[48] a la ciudad para que pueda mendigar en ella y no siga alimentándose durante más tiempo en las porquerizas. Y, aunque ellos mostraban claramente esta conducta, el porquero, sin embargo, no se extrañaba 88 de ella ni de la falta de humanidad, ya que era normal actuar exactamente así y tan desconsideradamente en la acogida dispensada a los huéspedes pobres; únicamente a los ricos se les recibía amablemente y con dones de hospitalidad, por parte de quienes, evidentemente, esperaban obtener un día también ellos idénticos regalos. Casi el mismo comportamiento es el de nuestros contemporáneos en cuanto a hospitalidad y a la manera de pensar y obrar. Porque 89 lo que parecen actos de generosidad y favores, si bien se mira, no se diferencian nada de las comidas y de los banquetes a escote; también la generosidad, la mayor parte de las veces, se hace por interés elevado. ¡Sí, los comportamientos actuales, por Zeus, no sobrepasan a los de antes, como sucede con cualquier otra clase de malicia! Yo, 90 realmente, tendría muchas cosas que decir en relación con la conducta de los feacios y de su generosidad, si alguien creyera que ellos acogieron de una forma noble y digna de sus riquezas a Odiseo, y con qué pensamientos y por qué razones se inclinaron a obsequiarlo con dones envidiables y espléndidos. Pero también sobre este punto, incluso ahora mismo, me he extendido mucho más de los que era necesario.



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