Diarios 1984-1989 by Sándor Márai

Diarios 1984-1989 by Sándor Márai

autor:Sándor Márai [Márai, Sándor]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Memorias
editor: ePubLibre
publicado: 2008-01-01T05:00:00+00:00


1986

1 de enero

A las siete y media los enfermos del hospital ya están en las habitaciones con las luces apagadas, esperando el sueño narcótico que unas veces llega y otras se resiste. Los enfermeros me saludan con un amable Happy New Year que se me antoja repugnante, como una broma de extremo mal gusto: ¿qué podría ser happy en este lugar, para mí y para L.? Al lado de su cama, la veo plácidamente dormida, pero esta calma, esta paz que irradia, ya no es el sosiego de la vida, sino una realidad ajena que se perfila entre la vida y la muerte. Hoy no ha tomado más que una cuarta parte de su comida. A veces bebe, todavía es capaz de tragar.

Año Nuevo. Nuestros días tocan a su fin. A ella le quedan tal vez unas semanas, pero no serán ya de vida, sino de esta existencia apagada, inconsciente. Para mí este año significa el final, por más que logre sobrevivir a él. No me siento con fuerzas para morir ni para seguir viviendo. En esta existencia apagada, todo lo que me ha sido dado a lo largo de los años se me antoja absurdo, casi grotesco.

***

4 de enero

L. ha muerto.

14 de enero

Ha sido incinerada.

4 de febrero

Hoy hace cuatro semanas que murió, el sábado a las dos menos veinte de la tarde, aproximadamente. En las dos últimas horas su respiración fue estable y tranquila. Yo le cogía una mano mientras le tomaban la tensión en el otro brazo. Al cabo de un rato la enfermera me hizo una señal: el tensiómetro ya no marcaba nada, aunque ella todavía respiraba. Literalmente «exhaló el último suspiro». Me quedé durante media hora más junto a su lecho, contemplándola. No estaba seria ni hermosa, sólo diferente. Como si todo el maquillaje de la vida —ira, dolor, alegría, tristeza—, todo lo que reviste el rostro humano, se hubiera borrado. Sólo capté en ella serenidad y nobleza, dos rasgos que siempre quedan ocultos en la cara de los vivos.

8 de febrero

La inhumación. Después de la incineración estuvo una semana más en el tanatorio. La cubrieron con aquel chal negro que le llegaba hasta los tobillos y que se había puesto una sola vez, en Budapest, para el estreno de Aventura[14].

Por la mañana me recogen János y su esposa Harriet para ir a un lugar llamado Mission Beach, donde arrojaremos las cenizas al océano. De acuerdo con su deseo no celebraremos ceremonia religiosa ni habrá más exequias. Vamos cuatro en el barquito, un funcionario y nosotros tres. Está nublado, el mar permanece en calma. El barco se aleja bastante de la costa, seis u ocho kilómetros tal vez. Entretanto János habla con el funcionario, que también es el piloto. Voy sentado con Harriet dentro de la cabina, ante la mesa donde reposa un paquete del tamaño de una sombrerera, precintado con cinta adhesiva, que contiene las cenizas. János saca el talón que yo le había dado y se lo entrega al funcionario, quien inclina la cabeza en un gesto amable.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.